Bruno tiene ocho años y es el dueño de un silencio inmenso. No se lleva muy bien con los otros chicos pero tiene un mundo para él. No sabe como compartirlo y no está seguro de querer hacerlo de todas formas. En este lugar mágico las estrellas le hablan en idiomas secretos y las hadas y los duendes bailan en círculos alrededor de un lujoso trono improvisado con troncos y piedras cubiertas de musgo. Acá él es el rey. Pasaron los años pero, como siempre, lo esencial no cambia. Sigue siendo callado, curioso y más transparente de lo que le gustaría admitir. Es uno de los millones de niños que hay y eso está bien, todavía le falta entender eso. Y algunas otras cosas. Tiene un par de angustias muy pesadas, de esas que se ven a metros de distancia. Pero todo va a estar bien, yo, que soy una simple observadora, lo se.
Pasaron los años pero sigue teniendo una corona de flores y hojitas, todavía conoce los secretos de los árboles. Tiene historias de magia y rodillas raspadas, se le nota en el brillo de los ojos oscuros.
2 comentarios:
Hermoso Bruno, hermoso escrito, hermosa poeta.
Ésto es muy lindo <3
Publicar un comentario