domingo, 29 de enero de 2012

A week. (Inglés/español)

Remember when I asked if I could sleep in your couch for a couple of days? I was on vacations in your city, maybe I chose the destination on purpose, maybe not. After a long discussion, you accepted it was alright for me to sleep in your sofa but you reminded me like fifty times that you could lend me your bed and sleep in the couch instead. Fuck, I would have stayed at your place even if I had to sleep in a tub or sitting on a chair. On the first night, while I pretended to be asleep, I saw you waking up in your boxers, walking to the kitchen and going back to your room, after standing next to your blue sofa for some minutes. Another day went on, when you came back from work, I was in the shower. You asked me if I wanted to go out and have something to eat but I told you I prefered to stay. You ordered chinese food and we stayed in. Being with you was, sometimes, slightly uncomfortable, there was always this tension in the air. You went to bed after cleaning up. When you woke up at four in the morning you saw me standing next to the windowsill, looking at the city lights. You tried to be silent but I heard you coming at me and I quickly looked at you in almost absolute darkness. You stayed totally still, like you were frozen but we were close, and I could feel fire burning inside of you. What if... I said. You knew what I meant, you could feel it, it was this growing animal inside both of us, that it was roaring desperately, wanting to come out and play. You know we shouldn't, you answered, passing your fingers through your short black hair, I'd certainly love to. You had no time to react, we were lying on your bed and ripping each other's clothes off before you could notice. The rest is history, we didn't leave your apartment for three days straight. A few days after that, I had to leave. I smiled at you in the departure lounge of that airport, wondering what would happen if I stayed but knowing that you had a life and I had a life and there was no chance. We both knew that. Nevertheless, after I kissed you goodbye, you told me that maybe it wasn't our time yet. I told you that probably our time would never be. Maybe you'll prove I was mistaken, maybe I'll prove you wrong. Only time will tell.

-
¿Te acordás cuando pregunté si podía dormir en tu sillón por un par de días? Andaba de vacaciones por tu ciudad, quizás había elegido el destino a propósito y quizás no. Después de una larga discusión, aceptaste que estaba bien que yo durmiera en tu sofá pero me recordaste como cincuenta veces que podrías prestarme la cama y dormir en el sillón. Mierda, me hubiese quedado ahí incluso si tenía que dormir en la bañadera o sentada en una silla. En la primera noche, mientras pretendía estar dormida, te vi despertándote, caminando a la cocina y volviendo después de pararte junto a mi sofa azul por unos minutos. Otro día pasó, cuando volviste del trabajo, estaba en la ducha. Me preguntaste si quería salir a comer pero te dije que prefería quedarme. Pediste comida china y nos quedamos. Estar con vos era, a veces, un poco incómodo, siempre había esa tensión en el aire. Te fuiste a la cama después de limpiar. Cuando te despertaste a las cuatro de la mañana me viste parada al lado de la ventana, mirando las luces de la ciudad. Trataste de ser silencioso pero te escuché acercándote a mi y te miré en la oscuridad casi completa. Te quedaste totalmente quieto, como si estuvieras congelado pero estabas cerca y podía sentir el fuego ardiendo en tu interior. ¿Qué tal si..? dije. Sabías que quería decir, podías sentirlo, era este animal creciente dentro de nosotros dos que estaba rugiendo desesperadamente, queriendo salir a jugar. Sabés que no debemos, me contestaste, pasándote los dedos por tu corto pelo negro, ciertamente, me encantaría. No tuviste tiempo de reaccionar, estábamos en tu cama y arrancándonos la ropa antes de que pudieras notarlo. El resto es historia, no dejamos el departamento por tres días. Un par de días después de eso, tenía que irme. Te sonreí en el aeropuerto, preguntando qué pasaría si me quedara pero sabiendo que tenías una vida y yo tenía un vida y no había oportunidad. Los dos sabíamos eso. Sin importar nada, después de que te besé por última vez, me dijiste que quizás todavía no era nuestro momento. Yo te dije que era probable que nuestro momento no llegara nunca. Quizás pruebes que me equivoqué, quizás pruebe que vos eras el equivocado. Solo el tiempo lo dirá.

sábado, 28 de enero de 2012

Three hours earlier. (Inglés/español)

I want to know how much you want me, and if youre always trying to find me. You knew that girl wasn’t me but you found it similar and just carried on. But she was not like me at all, the lights in the bar suggested a resemblance, but when you saw her in the street, you knew it, she wasn’t the one you were looking for. Well, obviously it wasn’t me, I was too far away. You took one of her dark curls but they were softer than mine. You carried on and kissed her, maybe she was just like me inside her mouth but no, her upper lip was way thicker than mine. Just to try it, you grabbed her ass but it was too soft, too perfect and she pressed fingers in the back of your neck, just like I would have done. You walked her home, she was very drunk and invited you in, you refused, it was the right thing to do. She insisted, rubbing her body aganist yours. You took a deep breath and her smell was fading behind all those cigarrettes and glasses of vodka. After saying goodbye so very politely, just like you always do, you walked away. No, she wasn’t me. Not her, not the other girls, none of them was me. An image crossed your mind, it was me in my old black satin nightgown. It was me, with my rough skin full of scars, my body hair, my small teeth and everything. It was so vivid that for a minute you thought I’d be around. Even when you knew it was impossible.

-
Quiero saber cuánto me querés y si siempre estás tratando de encontrarme. Sabías que esa chica no era yo, pero la encontraste parecida y simplemente seguiste. Pero no era para nada como yo, las luces del bar sugerían un parecido pero cuando la viste en la calle, lo supiste, no era la que estabas buscando. Bueno, obviamente no era yo, yo estaba muy lejos. Agarraste uno de sus mechones oscuros pero eran más suaves que los míos. Continuaste y la besaste, creyendo que a lo mejor el interior de su boca se parecería al mío pero no, su labio superior era mucho más grueso que el mío. La agarraste de atrás pero era demasiado suave, demasiado perfecto y ella presionó los dedos contra tu nuca, como yo hubiese hecho. La acompañaste a su casa, estaba muy borracha y te invitó a pasar, la rechazaste, era lo correcto. Insistió, frotando su cuerpo contra el tuyo. Tomaste una bocanada de aire y su olor estaba desapareciendo detrás de todos esos cigarrillos y vasos de vodka. Después de despedirte educadamente, como siempre lo hacés, te fuiste. No, no era yo. Ni ella, ni ninguna de todas las otras. Una imágen cruzó tu mente, era yo en mi viejo camisón negro, con mi piel áspera y llena de cicatrices, mis pelos, mis dientes chicos y todo. Era tan vívida que por un minuto creíste que estaría cerca. Incluso cuando sabías que era imposible. 

viernes, 27 de enero de 2012

Momentos lindos, primera edición.

  • Estar medio triste en un bar y que de repente pasen una canción que te hace muy bien, buscar el guiño cómplice de la persona que decidió poner ese tema, no encontrarlo y sonreir a la nada.
  • Ese instante entre risas acompañado de amigos en el que pensás: Puta madre, que feliz estoy, tengo mucha suerte.
  • Esa persona que va sonriendo cuando camina por la calle.

martes, 24 de enero de 2012

Él.

Él siempre tenía una respuesta para todo y eso es algo que siempre me sacaba de quicio. Odiaba esos aires intelectuales, las ojeras permanentes debido a noches enteras de café, cigarrillos y escritura, detestaba que aparentara seguridad, que me tratara como a una nena y su voz, hablaba demasiado bajo, siempre tenía esa excusa para acercarse y hablarme al oído. A riesgo de caer en un cliche bastante feo y enfermizo, muchas de esas cosas que no me gustaban era las mismas que lo hacían terriblemente atractivo. Su experiencia, las cosas que había visto, su calma, ese excelente gusto para todo, el talento poco normal de ordenar palabras cotidianas para contar las mejores historias, esa distancia espiritual que lo hacía imposible, los ojos brillosos, curiosos, llenos de promesas de romanticismo, el aliento tibio contra mi cara, los inviernos con olor a café, chocolate y libros usados.
Él me hacía sentir cosas.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un comienzo. (Parte 1)

Entre humo y lucecitas me pareció captar un destello conocido. Me acerqué un poco, buscando eso que me había llamado la atención y por un instante me quedé congelada. Estaba prendiendo un pucho, como siempre. Sentado en una mesa a lado de una ventana, con la vista fija la calle, como siempre. Se quedo quieto un segundo y tomó un sorbo de café, ese que tenía dos cucharadas de azúcar, antes de ponerse a escribir, también como siempre. Me acerqué más. Lo conocía, estaba segura de que lo conocía, pero ¿quién era? Me acerqué tanto que terminé parada delante de su mesa, mirándolo fijo. Al darse cuenta de esto, él levantó la vista.
- Hola, ¿necesitás algo?
Su voz hizo que me invadiera un recuerdo lejano, que vi como a través de una nube: Abrazos, risas, canciones, viajes y conversaciones llenas de confesiones nocturnas. Imposible, jamás lo había visto y sin embargo era tremendamente familiar para mi. Su expresión mostró algo de desconcierto. Y sí, ¿qué cara iba a poner si tenía enfrente a una mina que jamás había visto y para colmo no le hablaba? Al ver que no le contestaba, me volvió a hablar.
- Hola, ¿hablás?
- Disculpame, puede que esto suene a la excusa más tonta del mundo, pero siento que te conozco de algún lado, de verdad te lo digo.
- Mirá, para serte sincero, no tengo ni idea.
- Si, está bien. No se que me pasó, creo que esto también va a sonar raro pero te vi y se me vinieron a la mente un montón de recuerdos, que obviamente nunca pasaron porque jamás te vi. Bueno, creo que me voy, esto ya se puso tan incómodo como se podría poner. Chau.
El conocido-extraño posó sus ojos oscuros en los míos.
- Chau, suerte.
Salí del bar sin entender nada de lo que había pasado. A media cuadra escuché que alguien me chistaba, aumenté un poco la velocidad.
- Ey, pará.
Me di vuelta solo para encontrarme al sonriente extraño.
- Ey, hola otra vez.
- Che, estaba pensando en que a lo mejor no te conozco pero a lo mejor eso podría cambiar, ¿querés ir a tomar algo? Tomá, te dejo mi número por si tenés ganas.
Agarré el papelito que me daba, con su nombre y un celular. Se llamaba León.
- Si, creo que estaría bueno. Después de todo, te conozco.
Él se rió.
- Bueno, creo que estoy en todo mi derecho de tenerte miedo, pero parecés bastante inofensiva.
- Soy Ana, mucho gusto.
- Bueno Ana, ¿entoncés me llamás si tenés ganas de salir?
- Dale, nos vemos.
- Chau, suerte.

viernes, 13 de enero de 2012

Cuadernos viejos

¿Te acordás cuando nos prometimos que no iba a haber sentimientos? Ingenuo de mi parte creerme que podría no sentir nada por vos, muy hábil de tu parte ese prematuro lavado de manos. Y es que te juro que intenté. Vimos tanto y me enseñaste tanto que hasta creí que vos ibas a ser el primero en romper esa promesa de los no-sentimientos. Malo de mi parte pensar que ibas a cambiar de parecer. No, cuando decías que disfrutabas de mi compañía y no querías involucrarte para no arruinar la relación, de verdad lo creías. Pero yo no. Hasta hace algún tiempo creí que yo era la débil, por caer. Después me di cuenta que el cobarde eras vos, escondiendo tus miedos bajo un moderno manto de mente abierta y desapego.

sábado, 7 de enero de 2012

Deseos: velitas, estrellas fugaces, pestañas y panaderos.

Creo que el primer deseo que a uno se le viene a la mente, explica en gran parte qué somos y cómo nos encontramos en el momento en el que se está pidiendo. Porque por más que no creamos, siempre es buena una ayudita extra.
Mi deseo hace ya bastantes meses es imaginarme la cara de una persona, siempre la misma y concentrar todas energías que tengo, para luego decir en mi cabeza: que sea feliz. No pido que sea feliz junto a mi o ser feliz junto a esa persona. Que sea feliz, solo eso. Si tengo tres deseos, los otros dos los pido de costumbre, al estilo de: salud y amor para los seres queridos y alcanzar mis metas. Si solo podía pedir un deseo, bueno, entonces lo usé bien.

jueves, 5 de enero de 2012

Nadsat

Resulta que eran las cinco de la mañana y no me podía dormir, de entre las sombras de mi conciencia salió algo que considero un pequeño homenaje a Burgess y me gustaría compartir.
Recomendación al lector: Si no ha leído usted La Naranja Mecánica ni visto la película le recomendaría que se saltee esta entrada porque no va a tener mucho sentido.
Si desea usted continuar con esta lectura, le dejo un diccionario Nadsat-Español

¡Oh amigos! Tan grande fue mi impresión cuando vi a mi drugo Alex con la golova llena de crobo rojo rojo, el mismo que brotaba de su rota sonriente. Esos tolchocos que dejaban oír el chumchum de los huesos rotos eran los que Alex había recibido. Y los disfrutaba, sí lo hacía. En ellos se sentía vivo, como cuando le practicaba el unodós a una ptitsa, como se sentía vivo al escuchar al gran Ludwig Van.
Y es que nosotros, los nadsats salimos a buscar un poco de diversión mientras pe y eme toman chai en el sofá, disfrutando de sus vidas mediocres. Y no es nuestra culpa, amigos, el haber nacido en este mundo donde la ultraviolencia es un entretenimiento, no es nuestra culpa estar movidos por los hilos de Bogo, que muy cómodo parece estar arriba. Hasta les diría que el mismísimo Bogo nos manda noche tras noche al Korova y se ría de nosotros. Se ríe de todos nosotros.
¿Y ahora que pasa, eh?

domingo, 1 de enero de 2012

Lejos.

Yo prometí que algún día me iba a escapar. Que iba a hacer una valija en un arrebato y me iba a ir muy lejos. Trenes, colectivos, aviones si es necesario. Necesito conocer, ahora más que nunca. Voy a perseguir sueños en tierras lejanas, quiero una aventura con un cuaderno y una cámara como únicos compañeros. Me doy un plazo de un año. Voy a dejar mi Buenos Aires querido con la esperanza de entender, de experimentar y de encontrar algo que hace mucho vengo buscando.