domingo, 14 de julio de 2013

High

- ¿Sabés qué me pasa a veces con vos?
Lo miré y miró para otro lado, frustrado. Suspiró, sabiendo que lo que iba a salir de mi boca era un monólogo acerca de mis sentimientos y lo increíble que es la vida en su presencia y todo eso. Y sí, yo también me cansaría de escucharme diciendo estas boludeces todo el tiempo. Por eso trato de escucharme lo menos posible.
- ¿Qué?
- A veces después de verte siento que entro como en un período refractario después de verte.
- ¿Un qué?
- ¿Viste que dicen que supuestamente la mayoría de los chabones después de acabar tienen como ese ratito donde no quieren que los toquen y solo quieren dormir y todo eso?
- Ah, sí.
Traté de encontrar las palabras más entendibles pero la idea me resultaba demasiado abstracta, me quedé calllada mirando las casas que se alzaban a nuestro alrededor y un par de las últimas nubes rosas que iban quedando. Se prendieron los faroles de la calle. Prendió otro cigarrillo y la idea que tenía en la cabeza y yo estábamos teniendo una acalorada pelea interna. Con la boca seca escupí lo que me salió. De todas formas me iba a olvidar de todo apenas saliera de mi.
- Bueno, eso. No se bien qué es pero a veces siento que después de verte no querría volver a verte y todo eso, no lo entiendo del todo pero creo que es algo así como un alejamiento que me pongo como para no acostumbrarme a la alegría, ¿no? Siento que quiero agarrar mis cosas, olvidarme todo y salir corriendo en la dirección contraria. Y me quedo, no entiendo eso. ¿Entendés lo que quiero decir?
- No, no entendí un carajo.
- Dejá, no importa.
Se hizo de noche y me sentí en París por unos segundos, los pies me dolían de estar apoyados en la realidad. Sabía que si me levantaba iba a salir volando. Me movía en el banco de madera y las tablas se movían conmigo. Me acordé de mi miedo a los juegos de plaza.