domingo, 30 de diciembre de 2012

Encontrarse a tomar algo con el pasado es bueno cada tanto pero creo que me había apresurado al aceptar la invitación esta vez.
- ¿Cómo te está tratando la vida?- me soltó él, indiferente, revolviendo la taza de café.- ¿Novedades?
Divagué un poco acerca del trabajo, los estudios, los amigos, todo tan inmutable y rutinario como siempre. Igual de desastroso que de costumbre pero mi actitud era optimista, o algo así quise darle a entender. Se quedó callado, miraba por la ventana, a las otras mesas, como siempre prestando atención a todo menos a mi. Que desagradable era a veces. Al fin largué un pensamiento que en mi cabeza sonaba genial pero después de decirlo me di cuenta de lo estúpido que era. Como siempre.
- Estuve un tiempo largo tratando de enseñarme a mi misma a ser un poco más distante y apática.
Levantó las cejas y me dedicó una de esas sonrisitas con aire de superioridad. Cerré los puños porque estaba a punto de tirarle con la taza para borrarle esa expresión que tenía. No lo hice pero no porque no tuviera ganas, sino porque estaba segura que si le tiraba con algo no lo iba a golpear y solo iba a tener que salir corriendo y llorando, avergonzada de por vida.
- ¿Y cómo te fue?
- ¡Horrible! ¿Me podría salir de otra forma?
- Tenés que endurecerte un poco más, nena, la vida es complicada.
Tuve que respirar profundamente y apretar más los puños.
- ¿Ese es todo tu consejo, oh sabio maestro? Al principio me encantaba que me trates así, aspiraba a ser tan fría y distante como vos, porque al parecer la gente bonita sin sentimientos se junta con gente bonita sin sentimientos y yo quería ser así también. Hiciste muy bien en dejarme, de verdad. Fue una mala mia creer que podría ayudarte a sentir algo. O que ibas a cambiar, que pelotuda grandota, creyendo que la gente va a cambiar. Seguro que te reíste mucho de mi. Pero ya fue, podés reirte todo lo que quieras. Soy una persona que siempre consigue malos resultados a pesar de tener buenas intenciones. Pero no puedo dejar de tener buenas intenciones.
- Ya vas a poder dejar de tenerlas, vas a ver como todos te decepcionan.
- ¿Estás excusándote con eso? ¿Tenés cinco años? Creí que yo era la que estaba mal, después que vos eras el del problema y ahora solo creo que el problema no es de ninguno, simplemente no somos lo que el otro quería.
- Me da igual esta charla, tenemos tantos temas entretenidos para hablar...
- A vos todo te da igual y a mi nada me da igual, vos sos un pelotudo y no me di cuenta a tiempo y yo soy una pelotuda y no te diste cuenta vos o sí, pero te daba paja pararme el carro. Sería muy tuyo. Sos muy cobarde y muy aburrido debajo de esa fachada que te armaste.
- Vos sos una pendeja hipersensible, no se qué carajo te vi.
Podría haberme quedado gritándole por horas pero me incomodaban las caras fijas en nuestra discusión. Dejé un par de billetes en la mesa y me fui, liviana pero con ganas de tirar una taza o incluso la mesa. Él se fue y no hablamos más pero yo se que le dolió. O eso espero. Tengo que dejar de esperar.

martes, 25 de diciembre de 2012

Esc

Si tuviera que irme de mi casa ya y emprender mi camino hacia la aventura, me llevaría un par de cuadernos, lápices y acuarelas, una o dos cámaras, un ukelele y las ganas de conocer. Me llevaría todos mis miedos en una bolsa para ir cambiándolos por cosas que me sean de más utilidad. También sería práctico tener un par de esperanzas de repuesto por si las gasto. Dieciocho años de sueños y una navaja suiza. Me voy a llevar mapas de todo el mundo porque nunca se sabe dónde puedo terminar, junto con una brújula y un montón de canciones de amor sin nombre para ir regalando por ahí. Me llevo los abrazos de mis amigos y un par de besos que vienen con promesas para cuando vuelva. Un libro de supervivencia básica, uno de navegación y muchas sonrisas. Diez vestidos, un pantalón, mi remera favorita, muchos pares de medias, un abrigo, un sombrero y un par de zapatillas que estén dispuestas a sobrevivir a todo.

viernes, 21 de diciembre de 2012

(Sin asunto)


M:
Te escribo esto porque no me banco más andar cargando con todas estas cosas que me pasan. Me gustaría que no suene como si estuviera obsesionada con vos pero tampoco quiero que parezca algo serio y frío que tranquilamente podría haber escrito tu jefe. Estoy hasta las manos y me ayudaría un poco que me tires un centro, aunque sea una punta para ver qué carajo te pasa a vos, ¿viste? Se que probablemente no sientas mariposas ni esas ganas de vomitar que siento yo, tampoco pensás que cada cosa que decís en mi presencia es una total peloudez pero yo sí me siento así y no se, creí que era sano decirte eso. No me banco sentarme al lado tuyo en la oscuridad y distinguir tu sonrisa o esos ojos gigantes sin tener ganas de tirarme encima tuyo o gritar o algo de eso. Mejor la termino acá. Si te pasa algo, tirame una pista, yo ya te tiré mil! Y sino simplemente ignorás esto y no vuelvas a mencionarlo.

Con cariño,
ya sabés quién soy.

martes, 18 de diciembre de 2012

Gorda

Me da asco saber que si voy a bailar y aquel tipo no se quiere ir solo a su casa me va a buscar a mi, porque ''las gorditas están más desesperadas y entregamos más fácil que las lindas''
Es horrible la certeza de que ese tipo no se enamoraría de vos, o peor aún, lo haría y tendría verguenza porque claro, ¿cómo se enamoraría de alguien que a sus amigos le resulta desagradable? ¿Qué clase de ley antinatural es esa?
Es cansador que me recomienden ropa ''adecuada para mi cuerpo'' No, gracias, no tengo ganas de ponerme una carpa, quiero esta pollera corta y la remera ajustada, me entran y me las voy a poner. ¿Te da miedo mi grasa? ¿Te sentís amenazada porque estoy segura de mi misma? ¿O es que acaso te molesta ver a una persona segura de su cuerpo?
Me cansa escribir sobre esto y me cansa repetirlo. Me cansa que todos sean mis nutricionistas y médicos cuando estoy perfectamente bien. Ser gorda no es todo lo que soy, no me define. Nada externo me define. Soy un alma sin bordes que llega hasta más allá de lo que podés ver y por eso te agradecería que me dejes ser y pienses un poco menos en los envases en los que están las personas que te rodean y te concentres en mirar con un poco más de profundidad.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Tengo una quemadura en cada uno de los pocos milímetros que tu piel tocó la mía. Te pedí más, sin decirlo, y miraste para otro lado.
Brindo mil veces por vos y las millones de veces en las que no me tocaste para darme un poco de esa electricidad que traías con vos. Ahora se que era mejor que no te acercaras, porque el agua me estaba tapando y el agua y la electricidad no se llevan bien.
Ahora sí te dejo acercarte pero despacio y con la condición de que cada tanto me digas una o dos cosas sobre vos.
No le digas a nadie, voy a tratar de no decirle a nadie.
Ultimamente las cosas no me vienen saliendo nada bien y me gustaría conseguir lo que quiero, aunque sea una vez. 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Piezas

Voy por calles que no son mías, duermo en una cama que no es la mía. Las lucecitas navideñas hoy no prenden: hay un corte de luz en toda la ciudad. Camino buscando algo conocido, igual que antes buscaba caminar y perderme. Mis amigos son extraños.
Todos los cuerpos son vos, todas las caras son vos, trato de despertarme y nada. Me sigo despertando y te encuentro en todas las caras y voces, aunque no lo quiera. Y no es que me hagas falta, sino que me sobran un montón de cosas que no se dónde poner.
Me miro al espejo y estoy yo, la única pieza que todavía sigue estando en su lugar cuando todo se dio vuelta soy yo. No se qué significa y ni siquiera se si me sirve de consuelo pero yo estoy acá.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Me gusta mirarte.

Es que no se, deben ser tus ojos. Tenés unos ojos marrones, gigantes, brillosos. Me cuesta mirarte en silencio, siento que sabés todos mis secretos. 
O capaz son dientes, me gustan mucho tus dientes. Me gustan porque sonreís poco pero muy bien. En realidad me gusta toda tu boca, aunque no la haya probado. Me gustaría probarla.
También me gusta tu voz, me enloquece escucharte hablar, podría estar horas así como estoy ahora, solo escuchándote.
Me gustan tus manos que no me animo a tocar.
Me gustan tus gustos.
Me gusta no querer nada con vos, saber que no me muero si no te veo y que vos no te morís sin mi. 
Me encanta saber que estás en otra y que nunca me vas a escribir algo así.

Me gusta mirarte.
Mirarte y nada más.



domingo, 18 de noviembre de 2012

Cientosetentaydos.

Busqué un nombre conocido en la lista de contactos y marqué, con una angustia indeleble de vaya a saber dónde. Al instante me sentí mejor. Hablamos y sentía como me iba aflojando de a poco. No le dije nada de cómo me sentía, solo me limité a contarle algunas cosas y escuchar otras más.
- ¿Y entonces?
- Entonces llegué a la conclusión de que es un vampiro.
La voz del otro lado del teléfono se reía y yo me reí con ella. De vez en cuando era lindo que alguien te recordara que tenías una casa y gente que te quería. Jamás me paro a pensar demasiado en lo valiosa que es y tampoco creo que entienda la paz que me hace sentir con su sola presencia. Hablamos un poco más y la dejé porque sino iba llorar, ponerme a los gritos o perder la cabeza de alguna forma. Inhalé. Exhalé. Me sentí un poco mejor. No tanto, pero supongo que en algún momento se va a pasar. Probablemente cuando nos sentemos a charlar un rato.

martes, 13 de noviembre de 2012

Cecilia

- ¿Alguna vez pensaste en que toda esta gente tenía una vida normal como vos  y yo? - Ella miraba por la ventana del tren. Seguí su mirada y me encontré con tres hombres sucios que dormían en el piso de la terminal - Que endeble es todo, que rápido que pueden cambiar las cosas. De repente tenés un trabajo, techo, una familia y de repente no. ¿A dónde va todo eso? ¿Qué les pasó a esos hombres? ¿Por qué están acá?
La frialdad en la voz de Sofía resultaba perturbadora en contraste con la emotividad de sus palabras. Cecilia en sí resultaba perturbadora gran parte del tiempo. Diecinueve años, un metro ochenta y siempre de punta en negro. Era de contextura frágil, tenía la piel muy blanca, el pelo color caoba y en general una apariencia de poca salud. Jamás usaba maquillaje y salía en raras ocasiones. Estar en su compañía era casi como estar solo, con la diferencia de que sentía la presión de charlar de algo. Ella aparentemente no sufría los silencios incómodos. No sabía si sufría algo. A menudo mis intentos desesperados por ponerme a su nivel me llevaban al ridículo. Ella no se reía, ni siquiera contestaba.
- No se si es tan así.
- Me llama la atención las ganas de vivir de esta gente. Hay gente que decide dejar de vivir por mucho menos. ¿Alguna vez quisiste dejar de existir?
Su tono resultaba en extremo desagradable de a ratos. Era tan asquerosamente distante y tenía tan poco tacto que me daban ganas de sacudirla. Estaba seguro que ni siquiera se le aceleraba el corazón. Si es que le latía, claro está. Cuando escuché su pregunta tuve ganas de salir de ahí. Me miraba como si pudiera atravesarme y saber todo de mi. Creía que sus preguntas eran por cortesía porque sabía que ella no necesitaba preguntar nada.
- Oh. Me imaginé, era de esperarse- me dijo. Ni siquiera quise preguntarle por qué era de esperarse así que me limité a quedarme en silencio y tratar de pensar en otra cosa. Cecilia tenía además dos grandes cicatrices verticales en sus antebrazos que casi nunca se veían. No le pregunté jamás por ellas, sabía que la respuesta iba a ser una pared de silencio. Cecilia aparecía y desaparecía con la luz de la mañana. No sabía si era tangible o no, no me atreví a tocarla. Real era, eso es seguro. No quería verla más. Atravesábamos el campo y estuve pensando varias formas de tirarme por la ventana y no lastimarme. Por desgracia no se me ocurrió ni una. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Fin del Recorrido.

''Próxima estación:  Acoyte.'' Dice la voz ausente de una mujer, o un robot, no estoy segura. ¿Te acordás del primer beso en Parque Rivadavia? ¡Cómo esperamos eso! Eramos tan chicos y nos queríamos tanto que ahora hasta me causa gracia. Es normal ponerse a pensar en el principio después del fin, creo.
Pasan las estaciones.
''Próxima estación: Plaza Miserere.'' Una noche de corridas en Once, escapando de no se qué o persiguiendo a no se qué cosa.
Alberti y después Pasco. Recuerdo el día en que te conté por vigésima vez la historia de la media estación pero vos ya no me escuchabas. Habías dejado de escuchar esa historia hace rato.
''Próxima estación: Congreso''  La voz metálica me rompe la cabeza, lo mismo con el ruido insoportable del subte mientras me voy acercando a un lugar en el que jugábamos a ser turistas, preguntábamos por calles que conocíamos de memoria y nos íbamos riendo. Pero eso dejó de divertirme y tu cara y tus actitudes también. No, no dejaron de divertirme, empecé a detestarte. Y vos sentías lo mismo, estoy segura. Podríamos haber terminado las cosas a tiempo y no dejar que todo se pudra. Qué costumbres de mierda tenés, por favor. Y qué pelotuda puedo ser cuando tengo ganas, eh.
Proxima estación: Ninguna, no hay próxima estación. Andate a la concha de tu madre.
Fin del recorrido.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Zoe

Zoe tenía la altura y el cuerpo promedio. Su cara tenía dos ojos, una nariz y una boca, como la mayoría de las caras y el pelo marrón y ondulado, del largo más común. La vi una vez en el tren. Si estás tratando de imaginarla, pegada al vidrio con los barrios porteños sucediéndose de fondo, te estás equivocando. Esa chica que te imaginás no es Zoe. Nada que ver. Zoe es esa que está atras de la que estabas imaginando vos, una en la que no habías ni reparado. Ella lleva una existencia tranquila y silenciosa, con sueños comunes y aspiraciones muy simples. Mucha gente idiota diría que Zoe es aburrida. Pero no, Zoe es un oasis. Zoe es un oasis que solo encuentra la gente que sabe buscar. Ella no espera que la encuentren pero aprecia la sonrisa cómplice de la gente que la ve aunque sea casi transparente.

domingo, 21 de octubre de 2012

Feria Americana.

En el Ejército de Salvación encontré un sombrero hecho a medida para un señor de cabeza muy puntiaguda y el vestido de una novia que se tiró al mar.
En una feria americana de Ramos encontré un disfraz de jirafa y un buzo traído de Disney que tenía la cara de un ratón.
Juan Perez me ofrecía glamour de las épocas doradas y de las no tan doradas presentadas en forma de un abanico de lentejuelas de arcoiris.
En Morón estaba el camisón de una señora con insomnio, una camisa con manchas de pintura y un vestido que tenía ganas de contar una historia.
En el Parque Centenario encontré un saco con olor a vos. Tuve que comprarlo.
En la Galería 5ta Avenida había tantos fantasmas que tuve que salir corriendo. No sin antes llevarme una pollera gris toda desteñida que me costó cinco pesos.

viernes, 21 de septiembre de 2012

If You're Feeling Sinister.

Yo tengo la teoría de que la canción indicada en el momento justo puede crear un amor. Te invité a merendar a casa casi sin conocerte. Tu timidez extrema y mi ansiedad no parecían hacer muy buena pareja. El silencio se hacía enorme así que busqué nerviosamente entre los cd's y puse If You're Feeling Sinister de Belle & Sebastian.  Mi nerviosismo se volvió controlable, me sentía aliviada cuando podía hacer una pregunta que requiriera una respuesta larga. Tus ojos estaban siempre en la taza, pero al menos hablabas. Traté de no incomodarte, jugaba con la cuchara, trazando ochos en la superficie del café con leche pero en realidad estaba atenta a cada uno de tus movimientos. Hablamos de cosas intrascendentes y de otras muy serias. En voz baja, como hablás vos. Unos pocos rayos de sol invernal jugaban a hacer que tu cabeza se convierta en un arcoiris. Me alegraba conocerte de a poco. De a poco también, te dejabas mirar y te atrevías a buscarme la mirada. No entendías ni una palabra de inglés pero te mecías suavemente al ritmo de la música. Vivimos un amor de treinta y siete minutos con ocho segundos. Un romance mudo, de miradas de reojo y sonrisas disimuladas.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Imposible.

Me gustaría preguntarte tu nombre y si te puedo sacar fotos con la cámara que no tengo. Te diría que sos la cosa más increíblemente linda que vi en mucho tiempo y sería verdad, por supuesto. Te asustaría un poco pero yo soy así y realmente no espero volver a verte después de hoy así que tampoco me importa mucho.

domingo, 19 de agosto de 2012

Sábados a la 13:15hs.

Viene de acá.
Pasaron dos sábados lluviosos y horribles en los que tomé el mismo colectivo en la misma parada, saliendo de mi casa a la 13:15hs. y no te encontré. Fue un bajón. Ya me estoy resignando, eras demasiado para ser real. De a poco tu cara es cada vez más borrosa, se mezcla con otras caras conocidas. Trato de agarrarme a los bordes del recuerdo y traerlo, abrazarlo. Los ojos, la media sonrisa, las manos, el libro. Todos borroneados por la lluvia esta que parece que no va a parar nunca.
Seamos sinceros, no puedo dejar de ilusionarme cada vez que me tomo ese que ahora es el colectivo más triste en el que viajé. No lo hago intencionalmente, no voy a buscarlo. Pero cada vez que lo paro, cruzo los dedos y espero el milagro. No pasa, obvio. Tampoco me resigno, soy demasiado caprichosa como para resignarme. Algún día quizás te encuentre. Espero que sea pronto, lo antes posible. El agua de lluvia me está dejando unos charcos terribles en la cabeza. No quiero olvidarme, pero más me esfuerzo acordarme y más se me pierde tu cara. Ya te parecés a mi primer amor, a un cantante cuyo nombre no recuerdo y a un actor de comedias románticas.
Me da mucho miedo pensar que en algún momento me voy a olvidar de tu cara y te voy a cruzar otra vez pero ni me voy a dar cuenta de que eras vos. O a lo mejor sí, no se cómo funciona eso porque nunca me pasó. No, no, está bien. Voy a saber. Cuando se te vayan borrando los contornos y los rasgos y tu cara se convierta en un borrón, voy a saber que sos vos. Se que te voy a volver otra vez, aunque tenga que ser en sueños. Yo por las dudas cruzo los dedos cada vez que me subo al 172.

martes, 7 de agosto de 2012

Chiaroscuro.

Tenebris.
¿No es eso hermosa esa falta de limitación que hay en la oscuridad? El miedo a la oscuridad es miedo a lo desconocido, a lo eterno, a lo interminable. Nos sentimos aplastados por ese vacío que parece infinito, aún entre cuatro paredes. Donde no hay luz, absolutamente nada de luz, las paredes caen,  todo desaparece en una nada donde quedamos solos con lo que somos. Los monstruos y las sombras no son más que justificativos. Todo es nuestra cabeza. Tenemos miedo a la libertad. Tenemos miedo a nosotros mismos y lo que somos capaces de pensar cuando nadie mira.
Lux.
De todas formas, si a mi me preguntan, deberíamos tener miedo a la luz. A ver donde está el límite. A ver que existe un universo que quizás tiene fin. Porque yo no tengo miedo a esas voces que me hablan en la penumbra, estoy más que acostumbrada a ellas. Pero la luz es mala, la luz revela esa supuesta realidad de las cosas. Tenemos tanto miedo de nosotros mismos que nos molesta encontrarnos con lo que realmente somos. Tenemos tanto miedo que necesitamos cargarnos el cerebro viendo cosas innecesarias. ¡Pero que cómodo es saber que hay paredes, suelo y techo! ¡Que comfortable sensación esa de ver que uno está encerrado!

domingo, 5 de agosto de 2012

Claro que no lo hice, claro que no lo hiciste.

El ejemplar viejo y manoseado de ''La Caída'' de Albert Camus fue lo que me llamó la atención. Lo sostenían unas manos pálidas, grandes, de hombre y con esmalte saltado en las uñas. Esas manos me invitaron a recorrer todo lo demás. Caminé por tus brazos y tus piernas, cada detalle de tu ropa colorida, de esa funda que prometía una guitarra. Dejé la cara para lo último, a medida que el deleite crecía, trepaba por tu cuello, sin perder detalle de esa blancura, de cada lunar, de cada pelo. Llegué a tu cara seria, concentrada en la lectura. Labios apretados, que de tan tentadores eran casi obscenos. Estabas muy lejos de ahí. Varias personas me tapaban tu asiento de a ratos así que tuve que hacer varias maniobras discretas para tratar de meterme a ese pequeño mundo rebelde que prometías sin haber dicho nada., sin siquiera mirarme. Camus que decía que cada acto de rebelión expresa una nostalgia por la inocencia. Entendí eso cuando una nena se sentó al lado tuyo con un muñeco y vos no podías sacarle los ojos de encima, la mirabas con una ternura inmensa. Hasta le dedicaste una media sonrisa. 
La media sonrisa ya me había dejado bastante volteada y ciertamente no estaba preparada para lo que siguió. Hace quince minutos que viajábamos juntos, en esos quince minutos me había peinado unas veinte veces, había sacado y guardado cinco veces un libro y me había acomodado la ropa incontables veces. Si bién desde que advertí tu presencia esperaba conocer tus ojos y había planeado sonreirte. Como siempre me pasa, en mi cabeza me creo más ganadora y menos boba de lo que soy. Me miraste y no solo que no sonreí, sino que probablemente estaba poniendo alguna cara rara. Como sea, tenías unos ojos hermosos. Mirá que no soy fan de los rubios y sus ojos claros. Pero tus ojos eran enormes, de un azul perfecto. Cruzamos un par más de miradas, creo que te sonreí. O no, me bloqueé tanto que ni me acuerdo. Llegando a la media hora del viaje, se desocupó un asiento frente al tuyo al que me lancé en picada. Quizás ahí sí te sonreí tímidamente, de la única forma que me sale. Me causa mucha gracia haber estado convencida en algún momento de que quería sostenerte la mirada y sonreírte sensualmente porque realmente no soy capaz de ninguna de las dos cosas. El viaje llegaba a su fin. Sabía que ibas a bajar en Acoyte y Rivadavia, como todos los demás. Caminamos media cuadra juntos, te miraba cada tanto mientras cruzábamos Acoyte y me sentí invadida por la desesperación cuando vi que seguías para el lado de Rivadavia. Te miré una última vez antes de doblar y justo te diste vuelta. Me convencí de que era solamente una coincidencia y seguí caminando, aguantando las ganas de salir corriendo y buscarte, solo para decirte que eras lindo y luego correr a esconderme debajo de una piedra. Claro que no lo hice. Caminé hasta la parada del siguiente colectivo que tenía que tomar y esperé algún milagro, como ver que volvías corriendo. Claro que no lo hiciste. Esas cosas no pasan.

lunes, 30 de julio de 2012

Eso

Ingenuo de mi parte creer que iba a poder dormir. Ya voy por la segunda peli y mi cama se siente gigante. No puedo leer y el gato no deja que lo acaricie. Recorro todos los momentos, te veo sentado al borde de la cama. Hace cuatro horas que doy vueltas, que tengo frío, que hay demasiado silencio. No se por qué me duele más que nunca, no se si buscarle un por qué. Camino por la casa y me choco con miles de fantasmas, uno por cada lugar que pisaste. No tiene sentido pero igual lo escribo, necesito sacarlo, no se qué más hacer. No me sale reirme ni llorar, solo estar acá tirada. Intenté llamarte varias veces, pero en el medio de la nada no hay señal. Seguro que estás despierto todavía y tengo tanto para decir que ya no tengo ni ganas de escribirlo.

domingo, 29 de julio de 2012

La última (con suerte)

Las cabezas o corazones de la gente suelen soportar unas cuantas despedidas desgarradoras a lo largo de la vida, haber vivido unas seis en menos de dos años es bastante potente.
Creo yo, que muchas veces hay una salida fácil de las cosas, un atajo medio turbio pero eficaz que por más que no usemos sabemos que está ahí, por si nos queremos salir en algún momento. A veces hay caminos que no tienen atajos. Le das mil vueltas pero no. Es esa y hay que vivirla. Duele, requiere sacrificio. Me odio un poco a mi misma por escribir esta especie de autoayuda pero es que en este momento solo me queda autoayudarme. Siendo sincera, no soy una persona a la que le gusten los sacrificios. No estoy acostumbrada a esforzarme, las cosas pasan y listo. Mentiría si dijera que este camino sin atajos lo hago sin poner mala cara. Me quedan muchos insomnios y ojeras. Sin embargo, tengo un poco de optimismo que me quedó por ahí y la expectativa de que a medida que pasan las despedidas, se van agotando y en algún momento van a dejar de existir.
Vamos que la vida es una fiesta.
No, mentira.
Pero vamos que en la vida hay varias fiestas copadas.

miércoles, 11 de julio de 2012

Borradores

Me miran y los miro, esperando que en algún momento los complete. Me miran y tengo que mirar para otro lado para no sentirme culpable.

lunes, 2 de julio de 2012

Bleh.

Somos infinitos, tontos, locos, poetas, artistas.
Mágicos instantes nos elevan.
Volamos por encima de la multitud gris.
Estamos acá para ver qué onda.
Y lo demás no importa.
Generaciones degeneradas que nos apuntan con el dedo.
A nosotros.
Hijos de su degeneración.
Mentes preparadas para consumir.
Mentes consumidas.
Mentes consumadas.

domingo, 1 de julio de 2012

Fracaso vestido de seda...

No se escribir.
Ni dibujar.
Ni querer como se debe.
No se hablar.
Ni robar corazones.
No uso drogas recreativas.
Ni me recreo.
No tengo ganas de leer.
No tengo ganas de dibujar.
No tengo ganas.
No se si voy a ser una buena madre.
Ni siquiera una buena luchadora.
No conozco mi ciudad como debería.
No se coser.
No se bordar.
No se abrir la puerta para ir a jugar.
No escribo más canciones.
No quiero tener pesadillas.
No quiero dejar de tenerlas.
No quiero que me tengan lástima.
No quiero tener lástima.
No quiero lástima.
Ni ayuda.
No quiero vacíos.
Ni mutilaciones.
Ni decepciones.
No se a dónde voy.
No se como llegué acá, pero está más o menos bueno.
No se por qué hago esto.
Ni si voy a tener el coraje de mostrarlo.
No. Ni. No se.

miércoles, 27 de junio de 2012

Ramos Mejía

Te hacés el chico malo, nene de Ramos. No lo sos, no sabés lo que es ser un chico malo pero igual te quiero. Te conozco como a la palma de mi mano, esa que buscaba el calor de la tuya en una placita de tu barrio. Fueron duras y casuales tardes de invierno con cigarrillos y café. Eramos chicos, incluso más que ahora y no teníamos las cosas claras. Bueno, ahora tampoco las tenemos. Eramos tan platónicos que nunca nos tocamos, no más que cuando mi mano rozaba la tuya en lo que vos creías que era accidental pero para mi era una artimaña muy elaborada. No te hagas el malo, volvé a esos meses helados en lo que me contabas de todas esas inseguridades. Nos vimos crecer y como suele suceder con la gente que crece junta, fuimos las ramas de un árbol, nos fuimos alejando hasta que la distancia que quedó fue insalvable. No se si recuerdo tu cara o tu voz, muchas veces creí verte pero me di cuenta que no. Me quedé con un sentimiento extraño y cada tanto, cuando estoy por tu barrio, me doy una vuelta por nuestra plaza y nos busco. Mirá, allá estábamos cuando me contaste que te daban miedo las arañas, en aquel banco fue cuando te toqué la mano y la dejaste ahí. Abriste mucho los ojos y te miré, fingiendo calma. Nos veo en todos lados y hasta me pregunto si vos volverás a ese lugar para hacer lo mismo. ¿Te mudaste? ¿Seguís ahí? Yo siento que seguís ahí, pensando en ese viaje a la playa que queríamos hacer.

lunes, 25 de junio de 2012

Para nadie.

No quiero escribirle a nadie y así será. Esto va para nadie. Ni para vos, sobre quién suelo escribir, ni para otro que me dejó llena de marcas, ni para el otro al que hice sufrir, ni para alguno de esos que creen falsamente que alguna vez van a conseguir algo de mi, ni para los que, en efecto, lo van a conseguir. Para nadie. Porque ya bastantes vidas resuelvo y bastantes conflictos me crean. Voy inflando egos por la vida, pero hoy no. Hoy estoy en huelga. No quiero escribir para nadie, no quiero que nadie lo lea. Y aún así acá estoy. Y aún así estás vos del otro lado. No es cinismo, simplemente traté de escribir para nadie y en el trayecto terminé escribiendo para todos.

jueves, 21 de junio de 2012

Gente Común (2)

Parte uno acá.
Manuel y Liliana están juntos desde hace treinta años y no se cansaron el uno del otro. No están casados, ni tienen hijos. Se conocen desde hace casi cuarenta años y les sorprende un poco estar juntos todavía. Todavía se descubren uno al otro, cada tanto se sienten como ciegos que pueden ver por primera vez.
Magalí escribió su primer canción.
Maxi terminó de hacer mil grullas y las colgó encima de su cama.
Luna llora, absolutamente sola en un país que no es el suyo. No sabe bien por qué.
Caro adoptó un gatito hoy, al salir de rehabilitación y se llama Mermelada.
Mermelada no lo sabe, pero va a ser una parte fundamental en la vida de Caro de ahora en más.
Valentín tiene 20 años, abusan de el desde los doce y lo echaron de su casa por contarle a sus papá que era gay.
Rocío va a leer esto y sonreir, aunque yo no le diga Rocío, ella va a saber que le estoy hablando a ella.
Leandro está naciendo en este instante, acaba de abrir los ojos.
Rosario está convencida de que acaba de ver pasar al amor de su vida, lástima que iban en colectivos diferentes.
Gonzalo miró a Rosario, y no entendió nada, pero sintió algo lindo.
Yo, yo vi a Gonzalo y Rosario, vi a ese instante infinito. No se si se llamaban Rosario y Gonzalo, pero vi ese amor que vino y se fue, como veo muchos otros que vienen y van.

lunes, 18 de junio de 2012

Amores del Under: Prólogo.

La belleza del caos. La poética de la destrucción. Tantas almas hambrientas encerradas, atrapadas en el pogo, pegadas con sudor y cegadas por el humo. Pierden la voz y con ella el control. Es una pequeña probada de esa anarquía tan salvaje y violenta. Pero solo por dos horas. Termina la música, se prenden las luces y a volver a esto de ''ser libre'' como dicen por ahí. O quizás te sentás en silencio a ver como un cantautor por el que no dabas dos mangos y su guitarra te cambian la vida por un ratito. Hay mosh. Cabezas que se rompen en cámara lenta, narices que sangran. Somos de la banda, estamos con la banda, vemos a la banda. Vamos las bandas. Vueltas interminables de gente perdida y encontrada. Amores de minutos, amores de días, de meses, de años y de eternidades. Historias del inframundo. Somos la banda del club de corazones solitarios del Sargento Pimienta, esperamos que disfrutes el show.

jueves, 7 de junio de 2012

Amorgue

Amor-gue.
Darkness' fingers creep onto my back.
Los latidos se apuran,
Los pulmones queman.
Drowning in a frozen breat,
Dancing to a broken beat,
Pierced by a million stars.
Un millón de estrellas.
Un millon de ojos.
Ahogo en plena luz del día,
Death in the streets.
A-morgue.

sábado, 2 de junio de 2012

Yo no quiero ser una musa.

Yo no quiero ser una musa.
No quiero ser un poco más que un figurín.
No quiero que escriban sobre mis rasgos y las curvas de mi cuerpo.
Quiero que escriban sobre mis pasiones y mi fortaleza.
No quiero que canten a mi sexo ni que me pinten etérea y débil, apenas un fantasma.
Yo quiero que admiren mi impulso, mi libertad.
Que canten, que escriban, que pinten mi alma, lo que hay adentro mío, no mi cáscara vana.

jueves, 24 de mayo de 2012

Expectativa

Sos uno más, solo un capricho para mí. Pero qué capricho, la puta madre. Sos uno grandote y molesto que se me metió entre ceja y ceja y ahora no me lo puedo sacar.
No te quiero tanto como para interesarme de verdad o querer algo pero tus jueguitos me divierten. Demostraste ser un adversario digno, pero no te creas tanto, eh. Que solo jugás porque yo te dejo. Te hacés desear, me ignorás, todo para acapar mi atenció. (No crean, queridos y ajenos lectores, que esto es porque soy una vanidosa, yo les juro que es así como se los cuento) Quiero probarte, ponerte nervioso, hacer que mires para otro lado.Vas a caer, porque soy diferente, porque te morís de ganas.
Dejá de dar vueltas ya, que me aburro y el humo no me deja ver. Sabés que siempre digo que sí.

jueves, 17 de mayo de 2012

Lejos de casa y a la deriva (Marcos)

Marcos era mi amigo, o algo así.
Jugábamos a querer morir.
Nos salía mal, muy mal.
Hasta que un día el juego no me hizo reir,
El juego se hizo realidad.
Me gustaría entender,
No enojarme,
No amargarme,
Miento si te diro que estoy bien así,
Miento si te digo que tengo control sobre mi.
Lejos de casa y a la deriva,
Sin poder correr a vos.
Miento si te digo que tu presencia no está más.
Lejos de casa y a la deriva,
Preguntando dónde estás.
Por qué sigo acá. por qué no estás más.
Por qué, Marcos, por qué.
Lejos de casa y a la deriva,
Hoy te lleve flores,
Esas que odiabas,
Para hacerte enojar.
Me quedo acá,
Allá no te voy a encontrar.
Lejos de casa y a la deriva,
Corazón ausente, mirada vacía.
Recuerdos de Marcos,
Lejos de casa y a la deriva.
 

martes, 15 de mayo de 2012

Descripción.

Tengo ojos marrones y emociones superficiales. Soy un metro setenta de introversión y observación. Hablo, tengo la voz aguda y no la soporto. Me tropiezo con mis propias piernas y tengo ambas rodillas marcadas de tantas caídas. Se cocinar y me gusta como se siente la melancolía. Me dijeron que tengo un aura de cielo nublado, con algún que otro relámpago. No se si es verdad. Cuestiono todo y sobrepienso bastante. Cuando era chiquita no me abrazaron todas las veces que lo que necesité. Me decepciono con facilidad y me cuesta decir que no. Se como se siente el infinito y me gusta la gente con las manos frías. El contacto físico me da mucha paz. Soy una más del montón. Tengo hipermetropía y astigmatismo. Me levanto de buen humor. Tengo las enfermedades de la clase media y me gusta organizar cosas. Tengo una caligrafía horrible y me encanta. Soy agnóstica pero en el fondo me encantaría creer en algo. Se escribir al revés y dibujo desde que tengo memoria. Soy feminista y tengo cicatrices por todos lados. Me creen intimidante pero soy completamente vulnerable.Soy una buena mentirosa y una mala actriz. El pasado me persigue como a todos. Duermo desnuda y me gusta contar historias.
Basado en Breve descripción de mi persona.

sábado, 12 de mayo de 2012

Gente Común

Ana tiene casi cuarenta años y sabe de desamores, desazones y tantas otras cosas que empiezan con ''des''. Está harta de todo. Pero se toma una de las pastillas que le recetaron y se olvida de enojarse. Sabe que todas sus emociones están condicionadas y controladas por químicos. Quiere gritar pero se toma otra pastillita y entra en una ensoñación. Nada duele, nada molesta, nada es real.
Juan tiene veinte años recién cumplidos y le tiene miedo a la oscuridad. Tiene amigos, sale y se divierte. Desde que aprendió a escribir, a los cinco años, escribe canciones, cuentos y poemas. A sus quince años se enamoró por primera vez de una chica, le mostró una canción que le había escrito, ella se rió y se fue. Desde ahí, escribe en secreto y no planea contárselo a nadie.  No le molesta para nada esto.
Marina despierta todas las mañanas desde hace dos años esperando que hoy le digan que todo es una mentira, que en realidad su amiga se fue de viaje por ahí como tanto le gustaba hacer. En el fondo, hace unos cuantos meses, sabe que no es así. Que no va a volver. Y a veces no duerme pensando que a lo mejor podría haber hecho algo.
Gabo se prepara para otra noche más en la que se tiene que escapar de su casa, no porque quiera, sino porque simplemente no puede soportarlo más. Su familia nunca se da cuenta de que falta. De todas formas, es feliz, cree que en algún momento va a pegarla haciendo lo que más le gusta y se va a dedicar de lleno a eso.
Martín está al borde de un abismo, literalmente. No tiene miedo. Piensa en saltar pero dos segundos antes se arrepiente. No porque sabe que va a ser extrañado o llorado, sino porque en el fondo, muy adentro, sabe que no puede darse el gusto de dejar que el mundo gane. Sabe que, aunque sea Martín y su documento diga que se llama Carolina, vale la pena irse habiendo luchado. Carolina/Martín. Saltar o no. O no.
Laura acaba de darse cuenta que está enamorada.

jueves, 3 de mayo de 2012

Tresdemayo.

Todos los tres de Mayo, religiosamente, te dedico unas palabritas. No es que hayan pasado tantos tres de Mayo. Solo cuatro, cuatro tres de mayo. Cuatro años. No se si es por costumbre o qué. Lo hago y listo. Y no es mi culpa, ¿sabés? Es que me volaste la cabeza. Es que el último encuentro no me sirvió de cierre. Fue más una apertura que un cierre. Me abriste en dos, de la nada, caminando casualmente por ahí. Ese día en que nos despedimos sin despedirnos me quedó en la sangre y todavía tiene gusto a poco. No dormí mucho hoy, tratando de recordar tu cara con nitidez. No dormí, no. Nadé en recuerdos para buscar algo que me de una pista sobre vos y tu paradero pero no encontré nada y salí a flote porque me estaba ahogando. Hoy no dormí, casi me ahogué y ahora brindo a tu salud. Brindo por otro tres de Mayo, por otro año en mi memoria, porque quizás todavía te acordás de mi. Brindo por verte una vez más y reirme de mi por ser una pendeja que no supo cuándo hablar. Reirme porque pasaron cuatro años y no me olvidé. Reirme porque creo que nunca me voy a olvidar.

jueves, 26 de abril de 2012

Escuchame, se que lo que voy a decir no es tan interesante como lo que vos podrías decir, pero escuchame, por favor.

miércoles, 18 de abril de 2012

El camino se vuelve más borroso a medida que el tren avanza. Cae, un minuto más temprano que ayer, el sol. Volvés, como siempre, a la misma hora, de lunes a sábado. Siempre igual. Siempre igual menos hoy. No sabés bien por qué. Un único rayito de sol de este fin de tarde de Junio que está tibio como una caricia, la cara de paz de la persona que duerme enfrente tuyo, la canción justa, la cabeza de tu amiga apoyada en tu hombro, sí, la misma de siempre, pero no. Hoy no es igual. Todavía no encontraste el por qué. Se termina el tema y se escucha el ruido del tren, cerrás los ojos, tratando de develar el misterio. ¿Y si no hay misterio? ¿y si simplemente hoy es así? A lo mejor me acostumbré a estar mal y hoy abrí los ojos, pensás.  

viernes, 13 de abril de 2012

Superocho.

Ay, qué lindo es recordar pequeñas cosas tuyas como en super-8, grabadas en una película gastada, con una cámara inquieta. Te veo en colores un poco manchados, como en Submarine, ¿viste? Veo pequeños guiños de momentos felices: un viaje en subte, una noche de palabras y muchísimo frío en un balcón ajeno, una caricia en especial, un beso diferente y esa sonrisa de siempre. Me llenás el corazón.

lunes, 9 de abril de 2012

Iridiscencia

Te juro que no me entendí en ese entonces y no me entiendo ahora pero todo lo que hice, de alguna forma rara, fue a conciencia. Te miré a través de cristales, tu piel era iridiscente y sentí un hambre incontenible cuando tus ojos de avellana atravesaron los cristales que te juro, por un momento, sentí estallar. Y me atravesaste a mi también. A veinte metros de distancia tu mirada reptil me envenenó de cuerpo y alma. Si es que todavía tenía alma, si no me la habías robado. Fue un encuentro fugaz, mudo y violento, te juro que no entendí qué me impedía moverme esos veinte metros tortuosos y explicarte que me habías alegrado el día. Tu boca, a veinte pasos, me respiraba. Abrí la boca para respirarte también y en el tiempo que un par de ojos parpadea y un extraño se interpone entre los cristales sucios, el colectivo arrancó y desapareciste para siempre. Los pulmones se me llenaron de humo negro, los ojos se me embebieron en tu misterio y tu piel iridiscente. Y tu boca que me respiraba, y tus ojos de avellana. Y por supuesto, no te vi más.

domingo, 25 de marzo de 2012

Escritores

Hoy no quiero contar una historia. Hoy hablo de los que están detrás de las historias. Traté de conectar a todos estos hermosos seres, busqué características en común entre todos y me rompí la cabeza pensando en cómo explicar esto de una forma atractiva, aún sin saber con exactitud qué es esto que escribo ahora. No es un homenaje, no es una recomendación. Supongo que podríamos decir que es un agradecimiento. No hablo de escritores con muchos libros editados sobre cosas por las que no sienten pasión, gente que obtiene dinero de esto y eso es todo. Hablo de los que lo hacen solo por amor, porque sin escribir se ahogan. Hablo de los escritores de cigarrillo, café y cuaderno. De los de arrebatos de lágrimas y computadora. Los que tienen papelitos con ideas, los que guardan notitas en el celular y los que simplemente enfrentan el blanco y dejan fluir lo que sienten. Escribo esto y pienso en mucha gente. Me voy a encargar de que esto les llegue. Me inspiran y aspiro a alcanzarlos. Inspiro y aspiro. Respiro. Cada vez que alguno me cuenta cuánto le gusto algo que yo hice o cuando me piden ayuda, tengo una sensación indescriptible. Es ese ''vos entendés.'' Entendés esa idea que te sigue y te acosa hasta que por fin la vomitás en palabras inconexas en el primer papel que encontrás cuando ya no aguantás más el mareo de pensamientos. Esa certeza de saber que si no estás escribiendo o pensando en hacerlo, pasa algo.
Traté de encontrarles algo en común a estas personas y pensé y pensé hasta que vi sus ojos. El brillo de sus ojos. La mirada penetrante, sin reservas. Gritan melancolía y anhelo. Tratan de esconderlo, a veces. Pero yo lo veo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Acto último

No escribo sobre mi, porque soy aburrida. Escribo sobre cosas que pasan. A veces afuera de mi y a veces adentro. Yo soy un mero testigo de todo. Veo, escucho y anoto. Creo que debería ponerme en el reflector un poco más y dejar de ser espectadora de mi propia vida. Pero el pánico escenico suele ganarme. Yo siempre estoy en la primera fila, mirando con atención a los actores que vienen y se van. Y a veces no entiendo lo que veo, pero miro igual. Miro las obras de las vidas de los demás. Se mucho de ellos. Soy un testigo y debería moverme al escenario. Tengo que dejar de ver y empezar a actuar. Pero me da miedo que mi guión no sea tan bueno, me da miedo ser la villana. Más miedo aún me da ser la pobre protagonista que sufre toda la obra pero tiene un final feliz. Y no quiero que por llegar tarde, el momento de la caída del telón llegue pronto y me pierda el último acto. Y no quiero salir a saludar y agradecer.
Tengo miedo de mi cabeza. De lo que puede hacerme y de lo que puede hacerte a vos. No se si pueda modificar mis comportamientos o quizás simplemente no quiero.

martes, 20 de marzo de 2012

Humedad

Llovía tanto que no estoy segura de lo que vi. Pero te vi. Eras de gotas frías y tierra mojada. Eras de estrellas escondidas y te reíste. Y me reí de cuerpo y alma porque tu risa era contagiosa. Me estaba helando pero la vista era tan hermosa que no podía distraerme con algo tan intrascendente como lo era mi propio cuerpo. Estiré la mano pero al tocarte me arrepentí de haberlo hecho porque eras casi incorpóreo. Igual me reí y te reiste porque estabas ahí y yo estaba ahí también. ¿Te soñé? No, te vi, yo se que sí. Dejó de llover y floreciste, tu cuerpo de gotas y tierra se llenó de hojitas hasta que te volviste completamente verde. Eras de estrellas brillantes, de noche despejada. Te reías y me hiciste reir hasta llover. Me llené los pulmones de aire mojado y sentí flores azules creciendo desde el interior, abriéndose paso entre mis costillas, perforando la superficie de mi piel. No me dolió, había ramitas rojas, flores azules y brillo pálido. El cielo se empezaba a teñir de naranja, así que empezaste a correr y te seguí. Nos caimos entre risas, lluvia, naranjas, rosas, celestes y grises. Nos convertimos en uno solo de verde, marrón, azul y rojo. Volvimos a correr y de repente, volamos.

jueves, 15 de marzo de 2012

Carta abierta al que se quiera ir


¿Quién soy? Es intrascendente, cosa que es bastante triste pero no por eso deja de ser cierta. Quizás en algún momento te cuente quién soy. Pero por ahora soy todo lo que puedas imaginar: Soy ese chico que viste hoy en el colectivo con la mirada perdida y los ojos llorosos, soy esa otra nena que anda cargando un bebé, soy alguien que está pensando en su nota suicida, soy la que llora de la risa aún cuando todo esté para la mierda, soy ese que anda buscando un lugar donde vivir porque lo acaban de echar de casa. Incluso soy vos, aunque sea en parte. ¿Te mirás al espejo? ¿Qué sentís cuando lo hacés? Yo a veces no me reconozco, a veces no entiendo que esa es mi cara, que esos ojos brillantes son los míos que me miran fijamente desde otra dimensión. Y quizás es porque no soy yo. Porque yo no soy una sola cara. No soy una sola persona. A lo mejor estoy hablando de una forma muy vaga y no pretendo que entiendas todo lo que te digo pero sí, que entiendas la idea general y que alguno de los sentimientos que te voy a contar, los sientas propios. A lo mejor les ponés otro nombre, pero son esos, vos los entendés. Porque somos chicos y si entre nosotros no nos entendemos, no se qué carajo estamos haciendo mal. Voy a empezar por algo simple y quizás no tanto. Dicen que el miedo es un sentimiento que te paraliza, pero yo no creo que siempre sea así, para mi tiene mil caras. A veces el miedo te hace reaccionar de formas que no esperabas. ¿Te encontraste haciendo algo que no querías porque creíste que estaba mal no hacerlo? ¿Alguna vez le hiciste mal a una persona que amás con todo tu corazón y después no te pudiste olvidar de eso? ¿Sentiste que no querías salir a la calle? Yo sí y vos a lo mejor también. ¿Creíste que estabas volando de felicidad en algún momento? ¿Sentiste que nunca iba a terminar y después te decepcionaste cuando terminó? Pasa, pasa. ¿Entendés de melancolía y nostalgia? Sí, sí, yo se que sí. Yo se que conocés esa tristeza feliz. Ese flashback mágico de corridas, risas, llantos, gritos, amaneceres, atardeceres y noches. Eternidad. Juventud. Perdés la noción del tiempo y de repente llegaste acá. No sabés como. Y creo que nadie lo sabe en realidad. Y tampoco sabés lo que se viene, pero no importa, porque no tenés ganas de que llegue mañana y a la vez sí. A veces no tenés fuerza para levantarte, y está bien, es normal. Y a veces querés que todo termine, lo deseás de corazón pero tenés miedo. Y eso es normal, también. Yo solo quiero que sepas que yo sentí eso, y mucha otra gente también. Y no tenés que dejarte hundir, no te dejes ahogar, no dejes que los demás ganen. Acordate que también soy vos, en parte, y yo quiero estar acá. ¿Por qué quiero estar acá? Y… mirá, se que hay muchas cosas muy feas, se que a veces parece que no hay esperanza. Y que cuando estás en el último subsuelo (porque a veces uno va más abajo del fondo), es jodido ver la luz. Y sí, no te voy a mentir, a veces no hay luz. A veces parece que nadie te va a esperar o extrañar. Pero sí. No te vayas, siempre voy a estar yo, prendiendo una vela por toda la gente que elije irse, aún cuando son desconocidos. Pero no nos vayamos de tema, ¿por qué quiero estar acá? Porque yo me lo gané. Y vos también. Dale, esperá un poco. No te prometo que de la noche a la mañana las cosas van a cambiar. ¿Alguna vez fuiste feliz? Agarrate de eso, y pensá que va a volver, porque va a volver, porque todos volvemos a ser felices en algún momento. Yo te cuento estas cosas, porque sobreviví y siempre quise que alguien me dijera cosas como estas. No dejes que el mundo se lleve lo que sos. Por que sos una persona hermosa, no un error. No quiero sonar como un libro de autoayuda pero yo se que a lo mejor necesitabas leer algo de esto. Recordá las cosas buenas y aspirá a nuevas experiencias, recordá las cosas malas para no volver a cometer los mismos errores. Y sino tenés recuerdos buenos, llamame que te invito a caminar por ahí y vemos qué onda. ¿No me creés? ¿Tenés miedo? Dale, yo también estoy sola. Si estás leyendo esto, no dudes en hablarme porque quiero ayudarte, dentro de lo que pueda. En fin, no se bien quién soy, así que no puedo contarte mucho sobre eso. Yo tampoco se quién sos. Pero sabés que compartimos experiencias. Yo con vos, con él, con ella, con todos. Recordá que todas esas personas que ves todos los días están luchando. Querelas o aunque sea tratalas bien. Si ellos te hacen mal, entendelos, al menos. Y no dejes que te saquen las ganas de hacer cosas, las de soñar y de vivir.
Te quiero, che. Espero poder abrazarte algún día.    

lunes, 5 de marzo de 2012

Peregrinos

Es re loco pensar que pasó casi un año desde aquel día que fue entre fatídico y mágico. Corté, fui al hospital a visitar a mi bisabuela, vos estabas un poco preocupado por tu mamá y la muerte de tu abuelo. Era un día de mierda, pero no se, llegué a casa, hablamos, y cuando me lo dijiste me temblaban las piernas. Ni lo tuve que pensar, porque era lo que más quería en ese entonces, y es lo que más quiero ahora. Veníamos de viajes largos, peregrinando y buscando algo en lo que creer. Creo que ese día terminaron nuestros viajes individuales y arrancamos otro, más grande que nosotros, uno hacia la grandeza, hacia el infinito. Aunque los dos sabíamos que era difícil viajar de a dos estando tan lejos, lo intentamos. De esos trescientos sesenta y cinco días, volamos juntos menos de cincuenta. Me desperté con vos, lloré, lloraste, nos reímos, de hecho creo que me reí más en este tiempo que durante el resto de mi vida. Esperimentamos, nos dormimos juntos, aunque generalmente yo primero. Entendí lo que era estar en paz, entendí que tenía que dejar entrar a la gente, de vez en cuando, aprendí mucho de vos, no puedo enumerar todo. Escribir y llorar, extrañarte todo el tiempo, tu cara cuando nos volvemos a encontrar. Estoy muy orgullosa de vos, de todo lo que pasaste. Yo sé que antes de conocernos, rogabas porque alguien aparezca y te saque de toda esa mierda, alguien para amar, cuidar y compartir todo. Yo pedía por lo mismo. Buscamos, te dije que a lo mejor el amor estaba cerca, pidiendo por lo bajo que te dieras cuenta de lo mucho que quería estar con vos y que cerca no significaba a la vuelta de tu casa, sino del otro lado de la pantalla.
Siempre nos amamos, de lejos, sin vernos, pero siempre nos amamos, desde chiquitos. Tardamos en conocernos, pero ahora ya pasó, todo lo malo que nos dejó agonizando, ya está.

domingo, 4 de marzo de 2012

Charla con un desconocido

Parada de algún colectivo, no se qué día ni a que hora. Las palabras me salieron sin pensar.
- ¿Tenés fuego?
- No, disculpame.
- No importa, igual yo no tenía cigarrillos. Quería empezar la conversación de alguna forma.
- ¿Y si te hubiese dicho que tenía fuego?
- Te hubiese dicho que se me habían ido las ganas de fumar. Soñé mucho con vos. Se que no tiene sentido, porque ni te conozco y eso, pero bueno, sueño bastante seguido con tu cara que no es tu cara. En realidad no sueño con vos, no te la creas. Sueño con cosas que me sugieren cosas que escondidas te tienen a vos. De alguna forma, no se. Se que te veo y te escucho, aún sin haberte visto o escuchado jamás. No importa igual, probablemente no tenga sentido. No, me escucho y no lo tiene. Bueno, así son los sueños, ¿viste? ¿Soñaste alguna vez con un desconocido? ¿Soñaste alguna vez conmigo? Bueno, ahí viene mi colectivo, chau.
- Eh, chau.

sábado, 25 de febrero de 2012

Descubrimiento

Y si, bastante pelotudo de mi parte el no darme cuenta. Es que a veces no te das cuenta, ¿sabés? Debería explicar bien las cosas, porque no estoy contando nada. Resulta que me enamoré. De un hombre. Mi mejor amigo. Si, lo sé, es cualquiera todo esto. Bueno, resulta que conocí a Lean en la primaria, siempre éramos los dos que terminaban en la dirección por no hacer nada en clase, íbamos a fútbol juntos, salimos a bailar por primera vez juntos, y casi que dimos nuestro primer beso juntos. No entre nosotros, claro. (Aunque más de una vez, mi cabeza me traicionó y me hizo soñar con eso) Pero no nos desviemos del tema. Cuando empezamos la secundaria, nos tuvimos que separar porque Lean necesitaba una escuela que le permitiera un enfoque más creativo que el que le brindaba una secundaria normal. Dibuja muy bien el pibe, cuando éramos más chicos, hizo un cuaderno con caricaturas de nuestros compañeros y profesores. Yo todavía lo guardo y recuerdo a mi compañero de banco mirando a todos y cada uno de nuestros compañeros, analizando los detallitos. Esa mirada ausente, los dedos siempre sucios de fibra, tinta o tempera. Bueno, pero volviendo a lo de nuestra separación, la relación no cambió para nada, que era algo que me daba mucho miedo. Nos juntamos todos los fines de semana, en su casa o en la mía, vemos películas, nos matamos en algún juego, escuchamos música, lo común. Estas cosas eran la antesala de lo verdaderamente interesante. Charlas muy profundas sobre la vida, el futuro, y lo que nos podría esperar. Cuando nos íbamos quedando dormidos empezaban a salir los secretos. Me contaba sus miedos, sus sueños, incluso me decía, de tanto en tanto, lo mucho que me quería. Y yo lo quería también. De la forma más pura del mundo, era un afecto sin nombre. Era más que mi mejor amigo. Era la única persona con la que me sentía cómodo siendo como verdaderamente era,  yo le lloraba por algun espacio vacío que me rompía la cabeza y él me consolaba. Y ya que hablamos de llorar, puede parecer una cosa chiquita, pero llorar adelante de otra persona siempre me pareció una muestra de vulnerabilidad bastante grosa. Yo solo lloraba con el y el a veces lloraba conmigo. Siempre me tocaba el pelo con esa misma mirada ausente que ponía cuando estábamos en clase. La única seña de que seguía ahí presente era que la birome de su mano hacía garabatos en la hoja. Pero no había entendido bien qué era lo que pasaba entre nosotros todavía. No entendía que me pasaba, por qué las flacas con las que salía no me entrentenían, por qué ninguna me duraba. Yo creía que no había encontrado a la mujer perfecta para mi. Ahora vamos a lo que nos importa. Lean nunca había tenido novia, se comía alguna íba cada tanto pero no pasaba nada más así que fue una sorpresa cuando me dijo que ese fin de semana no podía salir porque se tenía que encontrar con una piba. No tuve problema, pero me hizo un poco de ruido. Al fin de semana siguiente, me dijo lo mismo, me habló un poco de la flaca pero lo notaba bastante cortado. Ya había pasado un mes. Yo no la pasaba nada bien, sentía que me faltaba una parte. No quería comer, no me podía dormir, nada me inspiraba ningún tipo de alegría. Un día no me aguanté más y me fui hasta la casa de Leandro para saber que carajo le pasaba. La vieja me atendió de lo más bien, super contenta de verme pero con cara de preocupada. Entré al cuarto de Lean y estaba tirado en la cama.
- ¿Que hacés acá, Juan?
- Quiero que me expliques qué carajo te pasa, ¿estás metido en las drogas?
- No, boludo, no pasa nada. No te hagas tanto drama.
- ¿Y cómo querés que me ponga si hace un mes que no me querés hablar? Loco, nos conocemos hace como diez años y ahora de repente te re cortás. ¿Te creés que me chupa un huevo todo lo que pasó?
- Juani, es mejor que no hablemos. Creo que deberíamos dejar de juntarnos.
Se me cayó el corazón al piso. Ver a Leandro en la cama, completamente serio con el brazo derecho tapándole los ojos fue demasiado fuerte. Sin embargo, no podía entender del todo lo que me estaba diciendo.
- ¿Qué? ¿Por qué? No, no me podés hacer eso, yo no te hice nada malo. Creí que eras mi mejor amigo.
- Lo soy, Juan. Pero me pasan muchas cosas y no las entiendo bien. Traté de poner distancia para no hacerte mal, pero es peor, siento que estoy muriendo.
- Pero dejame ayudarte, Leandro. Vos sabés que siempre estuve para vos.
- No podés ayudarme.
- Si que puedo, dejame...
- Vos sos el problema.
- La verdad no entiendo qué mierda te pasa, no se. Pero bueno, si soy el problema, mejor me voy. Perdón, por lo que sea que haya hecho.
Me quedé mirándolo por unos segundos, limpiándome las lágrimas que no pude evitar. Queriendo no estar llorando enfrente de el, sino abrazándolo. No entendía nada de esto. El se sacó el brazo de la cara, se sentó en la cama y me miró, con una cara de ese dolor que nunca me mostraba. Convencido de que iba a ser la última vez que lo iba a ver, esperé un minuto más, mientras nos mirábamos fijamente. Esa mirada perdida de Leandro pocas veces se concentraba en mi. Pero cada vez que lo hacía, sentía un calorcito en el medio del pecho. Incluso ahora, que me sentía terrible. Me di vuelta porque no me quería poner a llorar otra vez. Apenas giré, Leandro habló.
- Te amo, Juani. Perdón por cagar las cosas así.
No entendí. No entendí el te amo. Estuve un minuto (o una hora) congelado, tratando de descifrar qué significaban esas palabras. Entendí, por fin entendí. Y como en las películas, vi pasar un montaje de todos los momentos lindos. No iba a haber una chica que me llenara el corazón como él. Me di vuelta y Lean tenía los codos apoyados en las rodillas y la cara tapada por sus manos, llenas de manchas de colores.
- ¿Hace cuánto lo sabés?
- No se, creo que siempre lo sospeché. Pensaba que en algún momento a lo mejor me iba a enamorar de una piba y todo esto iba a desaparecer. Pero no. Todo tiene tu cara. Todas las canciones son tu voz.
Me arrodillé adelante de la cama y le saqué las manos de la cara, me costó que me mirara pero cuando lo hizo, me sentí tan lleno que creí que de un momento a otro iba a explotar. Leandro siempre fue mi amor, que loco. Me reí, me reí un poco de felicidad, un poco de miedo.
- ¿Por qué no me lo contaste, pelotudo? No entiendo bien cómo va a ser todo esto, pero yo también te amo, Lean. No existe nada mejor para mi.
Le agarré la cabeza entre las manos, lo miré y si, bastante idiota de mi parte no haberlo entendido antes, pero bueno. Lo abracé y me devolvió el abrazo. Eso era todo, al final mi mujer perfecta resultó ser un hombre.

martes, 21 de febrero de 2012

Dirty old man. (Inglés/español)

I knew I’d find her there. I was too busy looking at her naked back from across the room when she turned around and looked at me. Her eyes were magnetic; before I could think of a reasonable excuse, I was dragged towards her. Pink, red and purple lights made her look shiny and magical. My common sense screamed in despair. Yes, she was very young, half my age, or less, but she was a woman. Maybe I could have been her father. But I wasn’t. It had been a long time since I had felt this wild kind of desire. I craved her, I wanted to devour each and every centimetre of her skin. I wanted to be soaked on her essence. She bit her lip and gave me a very childlike look. The waves of heat kept coming from my insides, my pulse couldn’t get much faster. She smiled. Oh lord, she was indeed a child, a dangerous one, I must say. I didn’t take my eyes off of the not so innocent girl while I pushed her against the nearest wall. I think this, her and me, was illegal in a considerable number of places. We didn’t care much.

-
Sabía que la iba a encontrar ahí. Estaba demasiado ocupado mirando su espalda desnuda cuando se dio vuelta y me miró. Sus ojos eran magnéticos; antes de poder pensar una excusa razonable, fuí arrastrado hacia ella. Luces rosas, rojas y violetas la hacían ver brillante y mágica. Mi sentido común gritaba de desesperació. Sí, era muy chica, tenía la mitad de mi edad, o menos, pero era una mujer. Quizás podría haber sido su padre. Pero no lo era. Había pasado un largo tiempo desde que sentí este tipo salvaje de deseo. La anhelaba, quería devorar cada centímetro de su piel. Quería estar empapado en su esencia. Ella se mordió el labio y me miró de una forma muy aniñada. Las olas de calor desde mi interior no paraban, mi pulso no se podía acelerar mucho más. Sonrió. Dios, era una niña, una muy peligrosa, debo decir. No le saqué los ojos a la chica no tan inocente mientras la aplasté contra la pared más cercana. Creo que esto, ella y yo, era ilegal en un considerable número de lugares. No nos importó demasiado.

jueves, 16 de febrero de 2012


Cada vez que viajo tengo la misma sensación: me estoy olvidando algo y no se qué es. Esta vez, cuando te miré a través de la ventana mugrienta del micro, entendí. Esa impotencia de no poder bajarme para llenarte de besos y abrazos aunque sea un ratito más. Lo que me olvidé en la terminal era una parte mía. Ponele que te dejé mi corazón o un pedazo de mi alma o algo así medio cursi, porque realmente se sintió como si me arrancaran algo. Estoy en la ruta y cada kilómetro me aleja un poco más. Uno, dos, tres, novecientos treinta y uno. Catorce horas al sur de ida, catorce horas al norte de vuelta. De Río Negro a Buenos Aires, atravesando La Pampa. Ahora vos estás en tu casa y yo en la mía. ¿Quién dice que estamos demasiado lejos? Hay que ser muy ingenuo para creer que vos y yo alguna vez vamos a pensar que una distancia entre nosotros es ''demasiado lejos''

sábado, 11 de febrero de 2012

Esperanza

Sentí las manos de cientos de condenados, esas manos podridas y sucias aferrándose a mis piernas, vi sus caras diabólicas, invitándome a escapar pero impidiendo que lo haga. Me arrastraban. Cada vez más adentro, cada vez más al centro de la tierra. El aire de ciudad tenía un dejo de azufre. Grité, sin emitir sonido. Traté de volver a juntar aire, pero era amarillo y cada vez más espeso. Intenté gritar otra vez y no me escucharon. Todos caminaban indiferentemente, como si no estuviera pasando nada, como si no hubiera un grupo de demonios llevándome al inframundo en el medio de una de las esquinas más céntricas de Buenos Aires. Caminaban, reían, lloraban, gritaban, pero ninguno por mi. Me di cuenta que ya no era presa de los espectros, sino de mi misma. Me quedé quieta, sabiendo que podía escapar pero sin probarlo. La mirada se quedó perdida, mi boca completamente relajada, el rostro ausente, las extremidades cayendo como bolsas de arena. Ya no estaba ahí. De otra forma, ¿cómo puede ser que nadie me viera? Me di cuenta que todo lo que yo amé ahora estaba pintado en una escala de grises. Y de repente, como de la nada, en el medio de la intersección, a mis pies, vi color. Rojo sangre, que al parecer me caía de algún lado, vi azul tinta, que caía de una pluma que tenía en la mano, vi blanco papel, verde hoja, amarillo sol y violeta de magia, esa magia que caía de algún lado, quizás esa era en realidad mi sangre. Los colores formaron un charco que cambiaba de forma, invitándome a entrar. Me asomé al borde y parecía mucho más profundo de lo que por lógica debería ser. Me arrodillé para ver más de cerca las figuras que se dibujaban a través de esa especie de velo. Cuando extendí mi mano para tocarlo, con reticencia al principio, sentí que la mancha se acercaba a mi, formando otro brazo que me agarró y me tiró para adentro de esa inmensidad cromática. Voces conocidas y no tanto, me pedían que me despierte. Ahí me di cuenta que mis ojos estaban fuertemente cerrados. Y caía. Caía o dormía.
Abrí los ojos y fue como salir de abajo del agua después de haber aguantado la respiración por mucho tiempo.

domingo, 29 de enero de 2012

A week. (Inglés/español)

Remember when I asked if I could sleep in your couch for a couple of days? I was on vacations in your city, maybe I chose the destination on purpose, maybe not. After a long discussion, you accepted it was alright for me to sleep in your sofa but you reminded me like fifty times that you could lend me your bed and sleep in the couch instead. Fuck, I would have stayed at your place even if I had to sleep in a tub or sitting on a chair. On the first night, while I pretended to be asleep, I saw you waking up in your boxers, walking to the kitchen and going back to your room, after standing next to your blue sofa for some minutes. Another day went on, when you came back from work, I was in the shower. You asked me if I wanted to go out and have something to eat but I told you I prefered to stay. You ordered chinese food and we stayed in. Being with you was, sometimes, slightly uncomfortable, there was always this tension in the air. You went to bed after cleaning up. When you woke up at four in the morning you saw me standing next to the windowsill, looking at the city lights. You tried to be silent but I heard you coming at me and I quickly looked at you in almost absolute darkness. You stayed totally still, like you were frozen but we were close, and I could feel fire burning inside of you. What if... I said. You knew what I meant, you could feel it, it was this growing animal inside both of us, that it was roaring desperately, wanting to come out and play. You know we shouldn't, you answered, passing your fingers through your short black hair, I'd certainly love to. You had no time to react, we were lying on your bed and ripping each other's clothes off before you could notice. The rest is history, we didn't leave your apartment for three days straight. A few days after that, I had to leave. I smiled at you in the departure lounge of that airport, wondering what would happen if I stayed but knowing that you had a life and I had a life and there was no chance. We both knew that. Nevertheless, after I kissed you goodbye, you told me that maybe it wasn't our time yet. I told you that probably our time would never be. Maybe you'll prove I was mistaken, maybe I'll prove you wrong. Only time will tell.

-
¿Te acordás cuando pregunté si podía dormir en tu sillón por un par de días? Andaba de vacaciones por tu ciudad, quizás había elegido el destino a propósito y quizás no. Después de una larga discusión, aceptaste que estaba bien que yo durmiera en tu sofá pero me recordaste como cincuenta veces que podrías prestarme la cama y dormir en el sillón. Mierda, me hubiese quedado ahí incluso si tenía que dormir en la bañadera o sentada en una silla. En la primera noche, mientras pretendía estar dormida, te vi despertándote, caminando a la cocina y volviendo después de pararte junto a mi sofa azul por unos minutos. Otro día pasó, cuando volviste del trabajo, estaba en la ducha. Me preguntaste si quería salir a comer pero te dije que prefería quedarme. Pediste comida china y nos quedamos. Estar con vos era, a veces, un poco incómodo, siempre había esa tensión en el aire. Te fuiste a la cama después de limpiar. Cuando te despertaste a las cuatro de la mañana me viste parada al lado de la ventana, mirando las luces de la ciudad. Trataste de ser silencioso pero te escuché acercándote a mi y te miré en la oscuridad casi completa. Te quedaste totalmente quieto, como si estuvieras congelado pero estabas cerca y podía sentir el fuego ardiendo en tu interior. ¿Qué tal si..? dije. Sabías que quería decir, podías sentirlo, era este animal creciente dentro de nosotros dos que estaba rugiendo desesperadamente, queriendo salir a jugar. Sabés que no debemos, me contestaste, pasándote los dedos por tu corto pelo negro, ciertamente, me encantaría. No tuviste tiempo de reaccionar, estábamos en tu cama y arrancándonos la ropa antes de que pudieras notarlo. El resto es historia, no dejamos el departamento por tres días. Un par de días después de eso, tenía que irme. Te sonreí en el aeropuerto, preguntando qué pasaría si me quedara pero sabiendo que tenías una vida y yo tenía un vida y no había oportunidad. Los dos sabíamos eso. Sin importar nada, después de que te besé por última vez, me dijiste que quizás todavía no era nuestro momento. Yo te dije que era probable que nuestro momento no llegara nunca. Quizás pruebes que me equivoqué, quizás pruebe que vos eras el equivocado. Solo el tiempo lo dirá.

sábado, 28 de enero de 2012

Three hours earlier. (Inglés/español)

I want to know how much you want me, and if youre always trying to find me. You knew that girl wasn’t me but you found it similar and just carried on. But she was not like me at all, the lights in the bar suggested a resemblance, but when you saw her in the street, you knew it, she wasn’t the one you were looking for. Well, obviously it wasn’t me, I was too far away. You took one of her dark curls but they were softer than mine. You carried on and kissed her, maybe she was just like me inside her mouth but no, her upper lip was way thicker than mine. Just to try it, you grabbed her ass but it was too soft, too perfect and she pressed fingers in the back of your neck, just like I would have done. You walked her home, she was very drunk and invited you in, you refused, it was the right thing to do. She insisted, rubbing her body aganist yours. You took a deep breath and her smell was fading behind all those cigarrettes and glasses of vodka. After saying goodbye so very politely, just like you always do, you walked away. No, she wasn’t me. Not her, not the other girls, none of them was me. An image crossed your mind, it was me in my old black satin nightgown. It was me, with my rough skin full of scars, my body hair, my small teeth and everything. It was so vivid that for a minute you thought I’d be around. Even when you knew it was impossible.

-
Quiero saber cuánto me querés y si siempre estás tratando de encontrarme. Sabías que esa chica no era yo, pero la encontraste parecida y simplemente seguiste. Pero no era para nada como yo, las luces del bar sugerían un parecido pero cuando la viste en la calle, lo supiste, no era la que estabas buscando. Bueno, obviamente no era yo, yo estaba muy lejos. Agarraste uno de sus mechones oscuros pero eran más suaves que los míos. Continuaste y la besaste, creyendo que a lo mejor el interior de su boca se parecería al mío pero no, su labio superior era mucho más grueso que el mío. La agarraste de atrás pero era demasiado suave, demasiado perfecto y ella presionó los dedos contra tu nuca, como yo hubiese hecho. La acompañaste a su casa, estaba muy borracha y te invitó a pasar, la rechazaste, era lo correcto. Insistió, frotando su cuerpo contra el tuyo. Tomaste una bocanada de aire y su olor estaba desapareciendo detrás de todos esos cigarrillos y vasos de vodka. Después de despedirte educadamente, como siempre lo hacés, te fuiste. No, no era yo. Ni ella, ni ninguna de todas las otras. Una imágen cruzó tu mente, era yo en mi viejo camisón negro, con mi piel áspera y llena de cicatrices, mis pelos, mis dientes chicos y todo. Era tan vívida que por un minuto creíste que estaría cerca. Incluso cuando sabías que era imposible. 

viernes, 27 de enero de 2012

Momentos lindos, primera edición.

  • Estar medio triste en un bar y que de repente pasen una canción que te hace muy bien, buscar el guiño cómplice de la persona que decidió poner ese tema, no encontrarlo y sonreir a la nada.
  • Ese instante entre risas acompañado de amigos en el que pensás: Puta madre, que feliz estoy, tengo mucha suerte.
  • Esa persona que va sonriendo cuando camina por la calle.

martes, 24 de enero de 2012

Él.

Él siempre tenía una respuesta para todo y eso es algo que siempre me sacaba de quicio. Odiaba esos aires intelectuales, las ojeras permanentes debido a noches enteras de café, cigarrillos y escritura, detestaba que aparentara seguridad, que me tratara como a una nena y su voz, hablaba demasiado bajo, siempre tenía esa excusa para acercarse y hablarme al oído. A riesgo de caer en un cliche bastante feo y enfermizo, muchas de esas cosas que no me gustaban era las mismas que lo hacían terriblemente atractivo. Su experiencia, las cosas que había visto, su calma, ese excelente gusto para todo, el talento poco normal de ordenar palabras cotidianas para contar las mejores historias, esa distancia espiritual que lo hacía imposible, los ojos brillosos, curiosos, llenos de promesas de romanticismo, el aliento tibio contra mi cara, los inviernos con olor a café, chocolate y libros usados.
Él me hacía sentir cosas.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un comienzo. (Parte 1)

Entre humo y lucecitas me pareció captar un destello conocido. Me acerqué un poco, buscando eso que me había llamado la atención y por un instante me quedé congelada. Estaba prendiendo un pucho, como siempre. Sentado en una mesa a lado de una ventana, con la vista fija la calle, como siempre. Se quedo quieto un segundo y tomó un sorbo de café, ese que tenía dos cucharadas de azúcar, antes de ponerse a escribir, también como siempre. Me acerqué más. Lo conocía, estaba segura de que lo conocía, pero ¿quién era? Me acerqué tanto que terminé parada delante de su mesa, mirándolo fijo. Al darse cuenta de esto, él levantó la vista.
- Hola, ¿necesitás algo?
Su voz hizo que me invadiera un recuerdo lejano, que vi como a través de una nube: Abrazos, risas, canciones, viajes y conversaciones llenas de confesiones nocturnas. Imposible, jamás lo había visto y sin embargo era tremendamente familiar para mi. Su expresión mostró algo de desconcierto. Y sí, ¿qué cara iba a poner si tenía enfrente a una mina que jamás había visto y para colmo no le hablaba? Al ver que no le contestaba, me volvió a hablar.
- Hola, ¿hablás?
- Disculpame, puede que esto suene a la excusa más tonta del mundo, pero siento que te conozco de algún lado, de verdad te lo digo.
- Mirá, para serte sincero, no tengo ni idea.
- Si, está bien. No se que me pasó, creo que esto también va a sonar raro pero te vi y se me vinieron a la mente un montón de recuerdos, que obviamente nunca pasaron porque jamás te vi. Bueno, creo que me voy, esto ya se puso tan incómodo como se podría poner. Chau.
El conocido-extraño posó sus ojos oscuros en los míos.
- Chau, suerte.
Salí del bar sin entender nada de lo que había pasado. A media cuadra escuché que alguien me chistaba, aumenté un poco la velocidad.
- Ey, pará.
Me di vuelta solo para encontrarme al sonriente extraño.
- Ey, hola otra vez.
- Che, estaba pensando en que a lo mejor no te conozco pero a lo mejor eso podría cambiar, ¿querés ir a tomar algo? Tomá, te dejo mi número por si tenés ganas.
Agarré el papelito que me daba, con su nombre y un celular. Se llamaba León.
- Si, creo que estaría bueno. Después de todo, te conozco.
Él se rió.
- Bueno, creo que estoy en todo mi derecho de tenerte miedo, pero parecés bastante inofensiva.
- Soy Ana, mucho gusto.
- Bueno Ana, ¿entoncés me llamás si tenés ganas de salir?
- Dale, nos vemos.
- Chau, suerte.

viernes, 13 de enero de 2012

Cuadernos viejos

¿Te acordás cuando nos prometimos que no iba a haber sentimientos? Ingenuo de mi parte creerme que podría no sentir nada por vos, muy hábil de tu parte ese prematuro lavado de manos. Y es que te juro que intenté. Vimos tanto y me enseñaste tanto que hasta creí que vos ibas a ser el primero en romper esa promesa de los no-sentimientos. Malo de mi parte pensar que ibas a cambiar de parecer. No, cuando decías que disfrutabas de mi compañía y no querías involucrarte para no arruinar la relación, de verdad lo creías. Pero yo no. Hasta hace algún tiempo creí que yo era la débil, por caer. Después me di cuenta que el cobarde eras vos, escondiendo tus miedos bajo un moderno manto de mente abierta y desapego.

sábado, 7 de enero de 2012

Deseos: velitas, estrellas fugaces, pestañas y panaderos.

Creo que el primer deseo que a uno se le viene a la mente, explica en gran parte qué somos y cómo nos encontramos en el momento en el que se está pidiendo. Porque por más que no creamos, siempre es buena una ayudita extra.
Mi deseo hace ya bastantes meses es imaginarme la cara de una persona, siempre la misma y concentrar todas energías que tengo, para luego decir en mi cabeza: que sea feliz. No pido que sea feliz junto a mi o ser feliz junto a esa persona. Que sea feliz, solo eso. Si tengo tres deseos, los otros dos los pido de costumbre, al estilo de: salud y amor para los seres queridos y alcanzar mis metas. Si solo podía pedir un deseo, bueno, entonces lo usé bien.

jueves, 5 de enero de 2012

Nadsat

Resulta que eran las cinco de la mañana y no me podía dormir, de entre las sombras de mi conciencia salió algo que considero un pequeño homenaje a Burgess y me gustaría compartir.
Recomendación al lector: Si no ha leído usted La Naranja Mecánica ni visto la película le recomendaría que se saltee esta entrada porque no va a tener mucho sentido.
Si desea usted continuar con esta lectura, le dejo un diccionario Nadsat-Español

¡Oh amigos! Tan grande fue mi impresión cuando vi a mi drugo Alex con la golova llena de crobo rojo rojo, el mismo que brotaba de su rota sonriente. Esos tolchocos que dejaban oír el chumchum de los huesos rotos eran los que Alex había recibido. Y los disfrutaba, sí lo hacía. En ellos se sentía vivo, como cuando le practicaba el unodós a una ptitsa, como se sentía vivo al escuchar al gran Ludwig Van.
Y es que nosotros, los nadsats salimos a buscar un poco de diversión mientras pe y eme toman chai en el sofá, disfrutando de sus vidas mediocres. Y no es nuestra culpa, amigos, el haber nacido en este mundo donde la ultraviolencia es un entretenimiento, no es nuestra culpa estar movidos por los hilos de Bogo, que muy cómodo parece estar arriba. Hasta les diría que el mismísimo Bogo nos manda noche tras noche al Korova y se ría de nosotros. Se ríe de todos nosotros.
¿Y ahora que pasa, eh?

domingo, 1 de enero de 2012

Lejos.

Yo prometí que algún día me iba a escapar. Que iba a hacer una valija en un arrebato y me iba a ir muy lejos. Trenes, colectivos, aviones si es necesario. Necesito conocer, ahora más que nunca. Voy a perseguir sueños en tierras lejanas, quiero una aventura con un cuaderno y una cámara como únicos compañeros. Me doy un plazo de un año. Voy a dejar mi Buenos Aires querido con la esperanza de entender, de experimentar y de encontrar algo que hace mucho vengo buscando.