miércoles, 22 de mayo de 2013

Encontré en un cuaderno viejo tres frases que escribí el día después de verte por segunda vez. Las leí y volví en el tiempo. Me acordé cómo me sentía (y, mas importante, cómo no me sentía) en ese momento preciso. Ese día volví con ganas de convertirte en cuento, aún sabiendo poco y nada de vos. No se por qué no pude escribirte. Dejar la idea plasmada en un cuaderno y olvidarme, empezar a preocuparme más por otras cosas. Pero no pude quedarme con la idea y listo, tenía ganas de probar si la historia de verdad podría ser así y eso es lo que nos trae hasta este momento. Ahora mismo, estoy aguantándome las ganas de dejar esto acá y listo. Porque, no tengo ganas de ponerme con metáforas pelotudas, pero escribir un cuento es darle un final, abierto o no, a las cosas. Si no es ponerle un final es, al menos, marcar un cierre de una etapa. Y no me parece que haya un cierre acá. Así que ignorá estas vueltas que di. Solo quería decir que hoy te encontré en un cuaderno y eras un misterio todavía. 

No hay comentarios.: