lunes, 26 de diciembre de 2011

Es hora de que vuelvas a casa.

Léase escuchando esto.
Y otra vez lo mismo. Otra vez verte armando el bolso. Otra vez buscando cosas por toda la casa. Otra vez esas cositas que dejás olvidadas. Otra vez esperando el micro. Los últimos besos, los últimos abrazos. Saludarte con la sonrisa más tonta mientras te vas alejando, reirme aguantando el llanto y recién dejarlo fluir cuando ya no estás. Que dolor. Tus mensajes a los dos minutos de habernos separado me hacen reir y llorar. El viaje de vuelta a casa, con la lista de reproducción que no quiere ayudar a que me anime. Estoy bien, estoy muy feliz, ¿sabés? Si, lo sabés porque vos estás igual. Y me contás de la gente que viaja con vos, la película que pasan y lo que vas viendo. Estoy acá, vos estás allá, quizás dormido (eso espero.) y yo escucho la banda de sonido de esa película que tanto te gusta y nos veo mirándola como hace unos días. Estoy muy contenta, me gusta convivir con vos, hasta te diría que es simple.
Chau, por ahora.

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