Preparo un té para mi y otro para tu ausencia. Me siento a la mesa y miro la silla vacía. A lo lejos se escucha una pieza de Chopin que especialmente preparé para la ocasión, mientras elegía mi mejor vestido para este five o' clock tea de una persona y una soledad. Afuera todo es gris y la lluvia golpea sin piedad contra todo. Y acá adentro, bueno... no es mucha la diferencia. De repente tu voz, tu respiración, tu esencia invade el aire al mismo tiempo que un solitario rayo de sol traspasa la ventana.
Es como si todo bailara de repente.
Pero es solo mi cabeza jugando conmigo, es solamente un recuerdo.
Le doy el ultimo sorbo a mi taza, ya fría y un poco amarga. Tu taza sigue intacta y de repente me siento un poco tonta, toda arreglada lo mejor posible para esta pequeña fiesta de te con la nada, con el silencio.
Sin embargo no me desanimo del todo, voy a seguir preparando un té a tu salud, porque se que algún día te vas a sentar en mi mesa y voy a estar radiante, sin contarte de todas esas tazas de te que preparé. Pretendiendo que todas esas tardes donde te esperé y no viniste, jamás pasaron.
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