A la carga contra todo lo que soy otra vez, tratando de herir al espejo. No grito, no pateo, solo me limito al silencio y la mirada ausente. A la voz atrapada en la base de la garganta. Lo pienso una y mil veces y lo hago: Salto. La caída es eterna. Aterrizo con fuerza sobre algo blando. Dos cuerpos. Dos personas. Empiezo a reconocer las caras. ''¿Sos pelotuda vos?'' escucho que dice una de mis voces favoritas. ''¿Qué te pasa? ¿No ves que estamos acá?''
Me río con todas mis fuerzas y después lloro. Y me vuelvo a reir. Y nada es tan terrible como para volver a querer tirarme. Me prometo que no va a pasar nunca más. No se si lo puedo cumplir pero se que puedo intentar un poco más.
Nunca supe agradecer sino de esta forma, perdón.
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