miércoles, 18 de enero de 2012

Un comienzo. (Parte 1)

Entre humo y lucecitas me pareció captar un destello conocido. Me acerqué un poco, buscando eso que me había llamado la atención y por un instante me quedé congelada. Estaba prendiendo un pucho, como siempre. Sentado en una mesa a lado de una ventana, con la vista fija la calle, como siempre. Se quedo quieto un segundo y tomó un sorbo de café, ese que tenía dos cucharadas de azúcar, antes de ponerse a escribir, también como siempre. Me acerqué más. Lo conocía, estaba segura de que lo conocía, pero ¿quién era? Me acerqué tanto que terminé parada delante de su mesa, mirándolo fijo. Al darse cuenta de esto, él levantó la vista.
- Hola, ¿necesitás algo?
Su voz hizo que me invadiera un recuerdo lejano, que vi como a través de una nube: Abrazos, risas, canciones, viajes y conversaciones llenas de confesiones nocturnas. Imposible, jamás lo había visto y sin embargo era tremendamente familiar para mi. Su expresión mostró algo de desconcierto. Y sí, ¿qué cara iba a poner si tenía enfrente a una mina que jamás había visto y para colmo no le hablaba? Al ver que no le contestaba, me volvió a hablar.
- Hola, ¿hablás?
- Disculpame, puede que esto suene a la excusa más tonta del mundo, pero siento que te conozco de algún lado, de verdad te lo digo.
- Mirá, para serte sincero, no tengo ni idea.
- Si, está bien. No se que me pasó, creo que esto también va a sonar raro pero te vi y se me vinieron a la mente un montón de recuerdos, que obviamente nunca pasaron porque jamás te vi. Bueno, creo que me voy, esto ya se puso tan incómodo como se podría poner. Chau.
El conocido-extraño posó sus ojos oscuros en los míos.
- Chau, suerte.
Salí del bar sin entender nada de lo que había pasado. A media cuadra escuché que alguien me chistaba, aumenté un poco la velocidad.
- Ey, pará.
Me di vuelta solo para encontrarme al sonriente extraño.
- Ey, hola otra vez.
- Che, estaba pensando en que a lo mejor no te conozco pero a lo mejor eso podría cambiar, ¿querés ir a tomar algo? Tomá, te dejo mi número por si tenés ganas.
Agarré el papelito que me daba, con su nombre y un celular. Se llamaba León.
- Si, creo que estaría bueno. Después de todo, te conozco.
Él se rió.
- Bueno, creo que estoy en todo mi derecho de tenerte miedo, pero parecés bastante inofensiva.
- Soy Ana, mucho gusto.
- Bueno Ana, ¿entoncés me llamás si tenés ganas de salir?
- Dale, nos vemos.
- Chau, suerte.

2 comentarios:

L'art pour l'art. dijo...

Es el comienzo de algo bueno, me encantó <3

Anniel Greydays dijo...

es interesante ... que gran manera de comenzar. ^^ me pasaré seguido :) y espero la segunda parte con ansias :D