Busqué un nombre conocido en la lista de contactos y marqué, con una angustia indeleble de vaya a saber dónde. Al instante me sentí mejor. Hablamos y sentía como me iba aflojando de a poco. No le dije nada de cómo me sentía, solo me limité a contarle algunas cosas y escuchar otras más.
- ¿Y entonces?
- Entonces llegué a la conclusión de que es un vampiro.
La voz del otro lado del teléfono se reía y yo me reí con ella. De vez en cuando era lindo que alguien te recordara que tenías una casa y gente que te quería. Jamás me paro a pensar demasiado en lo valiosa que es y tampoco creo que entienda la paz que me hace sentir con su sola presencia. Hablamos un poco más y la dejé porque sino iba llorar, ponerme a los gritos o perder la cabeza de alguna forma. Inhalé. Exhalé. Me sentí un poco mejor. No tanto, pero supongo que en algún momento se va a pasar. Probablemente cuando nos sentemos a charlar un rato.
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