Nadás en mis sueños. Me ahorcás, tus manos tienen una fuerza sobrenatural. Me das asco, tanto asco que hasta me gusta. Tus manos se adentran en mi vientre y juegan con mis entrañas. Sangre. No siento dolor, no siento nada. Silencio. Me das una sonrisa dulce, como si no pasara nada, pero me estás matando. ¿Entendés por qué hago esto, Jael? me decís muy despacio.
Trato de abrir la boca para contestarte, tengo los labios pegados. Mis pies pesan toneladas, no puedo moverme. No me puedo escapar, tampoco tengo ganas.
Despertate, despertate, no es verdad. Me repito a mi misma, se que es un sueño, pero no significa que no sea real.
Entiendo, entiendo. Se que esto representa otra cosa. Se que me consumís.
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