domingo, 27 de enero de 2013

Naranjas Amargas

Vivo en el mismo barrio hace más de diez años. En frente de mi casa hay una escuela a la que fui hasta hace un par de años y toda mi cuadra está adornada por naranjos. En otoño, los naranjos florecen y el perfume inconfundible me llena los pulmones. El otoño tiene olor a azahar. En primavera empiezan a crecer las naranjas. Los últimos mediodías del año escolar eran siempre celebrados entre naranjas voladoras, vidrios rotos y vecinas enojadas. Fuera de esas guerras, nunca probé una de esas naranjas. Me vine a vivir acá a los cinco años y desde aquella primera vez que estiré la mano para sacar una naranja y una vecina me dijo ''ni se te ocurra probar eso, esas naranjas son amargas y no se comen'' jamás probé una. Hoy volvía a mi casa y mientras caminaba por la calle pateaba una naranja caída. La levanté y le hice un agujero las uñas para ver qué tan terrible podría ser. Olía como cualquier otra naranja, se veía como cualquier otra naranja pero el sabor era espantoso.
Se supone que acá es donde debería haber alguna metáfora, moraleja o reflexión sobre naranjas, personas y demás. Pero no es así, es solo el cuento corto de un recuerdo, sin dobles sentidos, sin vueltas, solo el relato de la degustación de una naranja amarga. Perdón.

martes, 22 de enero de 2013

Gusto Adquirido

Sos un montoncito de cigarrillos consumidos, ojos rojos e insomnio.
Sos un encuentro no planificado y lleno de sol.
Sos un nudo de palabras en la garganta y unas inmensas ganas de que me dejes llorar en tu hombro.
Sos una canción que no me termina de cerrar pero me encanta.
Sos una siesta en el medio de la mugre.
Sos una promesa de cambiar las cosas pero no ahora, no todavía.

viernes, 11 de enero de 2013

200 km/h

Voy a doscientos kilómetros por hora, las horas se vuelven segundos y se que en cualquier momento voy a chocar. Siento que el momento está cerca, estoy a punto de romperme la cabeza contra vos. Voy llegando y rezo a todos los dioses que conozco para romperme la menor cantidad de huesos posibles, aunque el desastre sea inminente. Pido no golpearme contra una pared, pido chocar contra tu cuerpo y que sean las dos cabezas las que se rompan, pido que por un momento seamos una masa homogénea de carne, sangre, sentimientos, dolores y malas experiencias. De ahí en adelante veremos cómo podemos curarnos mutuamente.