martes, 25 de octubre de 2011

Fantasmas.

Hay un barcito medio escondido por ahí en las calles de Buenos Aires donde cada tanto, alguna tarde fría, puedo hablar con mis fantasmas.
Me siento y veo como van entrando de a uno: soledades, nostalgias, melancolías, pérdidas y desamores. Falta ese espectro hermoso que supo ser mi primer amor, ese que solía sentarse a mi lado y susurrarme melodías con la inocencia de un niño.
Mis fantasmas charlan, se ríen del pasado, presente y futuro de esta tonta que hasta las creaciones de su mente dejan plantada. Toman, gritan y me veo obligada a poner orden.
¿Cómo anda tu vida, hermosa? Parecés algo caída hoy, me dice un vicio viejo que me tira el humo de su cigarro en la cara.
Los extrañaba, creo, me gusta que nos encontremos cada tanto, le contesté.
Una nena chiquita, llamada melancolía se sentó en mi pierna y me dejé invadir por su perfume de pasto recién cortado y gotas de lluvia. Me llevó muy atrás, al último día de mayo donde lo había visto.
Ya va a llegar, me dijo la nena con una voz musical, la espera hace crecer al corazón.
Mis fantasmas coqueteaban conmigo, trataban de engancharme otra vez. Eran un grupo muy querible, sin embargo. El sol se estaba poniendo y se fueron todos, hasta dejarme con la soledad.
¿Querés un té? le pregunté.
Por favor, me contestó, hablando por primera vez en toda tarde.
La soledad, en ese entonces era una piba joven con unos ojos muy viejos y oscuros que resultaban intimidantes.
Y faltó nomas el desgraciado. ¿Sos tonta vos? Llamalo, me dijo ella.
Claro que si yo quería podía hacerlo aparecer así nomas, como todos los fantasmas que rondaban por la ciudad. En ese momento la soledad se levantó y se fue sin saludar. Cuando alcé la mirada, él estaba entrando al bar. No sabés, loco, parecía una de esas películas en blanco y negro de romance arrabalero, te juro que por un momento escuché un tango de fondo.
Hola, se sentó frente a mi con ese encanto tan natural que tenía, creí que había llegado tarde, ¿cómo estás?
Los años que tanto me cambiaron, no habían tenido efecto sobre el. Cuando lo conocí era apenas una nena y ahora, ya crecida, todavía lo seguía queriendo, muy en el fondo, ¿viste? Y como para no quererlo, si era un divino.
Estoy pensando en irme, solté sin grandes ceremonias, creo que es hora de avanzar, ¿sabés? Quiero irme al sur, dejar a mis fantasmas acá y arrancar otra vez.
Me miró fijamente y después largó una carcajada.
¿Por qué harías eso? Sabés que no te querés ir. Cada tanto te ahogás y necesitás ver el mundo, pero siempre volvés. Tus raíces son elásticas, siempre te vuelven a traer acá, la marea te escupe a la misma orilla de siempre. Podés negarlo, pero si te vas, te va a faltar una parte importante. Te acostumbraste al ruido, y hasta lo llegaste a querer.
Creo que estoy dispuesta a vivir con ese vacío, soy muy desapegada después de todo, traté de contestar de una forma más o menos coherente.
No te engañes nena, me sonreía con suficiencia el descarado espíritu este, todos vuelven. Y no importa cuanto quieras enterrarnos, no vas a poder. Andate, pero pensá en esto: ¿Viste cuando te vas a otro lugar y cuando volvés todo tiene magia? Hasta los adoquines son una cosa completamente nueva.
Es tarde, me voy. Me fui sin tiempo para despedidas. Él tenía razón, como siempre. En el camino a casa miré todo con ojos nuevos. Respiré y me llenó el olor de los azahares. A cada paso, escuchaba las risas de los fantasmas y me reía yo también. Me paré en una esquina y vi como los recuerdos cobraban vida, volviendo a sentirme la heroína de arrabal.

sábado, 22 de octubre de 2011

No se cuanto tiempo más pueda soportar estar tan sola. Trato de respirar lo más profundo que pueda y nada, hay una traba ahí que no me deja inhalar. Quiero dormir dos meses.

miércoles, 19 de octubre de 2011

No entiendo la crueldad.
¿No saben que yo también tengo sentimientos?

martes, 18 de octubre de 2011

Nadás en mis sueños. Me ahorcás, tus manos tienen una fuerza sobrenatural. Me das asco, tanto asco que hasta me gusta. Tus manos se adentran en mi vientre y juegan con mis entrañas. Sangre. No siento dolor, no siento nada. Silencio. Me das una sonrisa dulce, como si no pasara nada, pero me estás matando. ¿Entendés por qué hago esto, Jael? me decís muy despacio.
Trato de abrir la boca para contestarte, tengo los labios pegados. Mis pies pesan toneladas, no puedo moverme. No me puedo escapar, tampoco tengo ganas.
Despertate, despertate, no es verdad. Me repito a mi misma, se que es un sueño, pero no significa que no sea real.
Entiendo, entiendo. Se que esto representa otra cosa. Se que me consumís.

viernes, 14 de octubre de 2011

Yo tenía el pelo como vos, pero cuando empecé a trabajar me lo tuve que teñir, me dijo una profesora, pasa que la sociedad necesita que te adaptes al sistema, no podés mostrarte como realmente sos en el mundo de los adultos.
Ya van cuatro profesores (y contando) que me dicen cosas parecidas a esta. Otro se ríen de que todavía me quedan ideales por los que luchar y reducen todo a un cuando tengas mi edad lo vas a entender.
NO. Me niego a vivir sin sueños, sin la esperanza de hacer un cambio. No me voy a resignar a vivir avergonzada de quien soy. No quiero vender mi voz. No voy a conformarme con menos de lo que creo que merezco. Y nunca, pero nunca voy a dejar que las malas experiencias me convenzan de que tengo que bajar los brazos.
No dejes que te engañen por ser adultos, que ellos hayan perdido todo no quiere decir que para nosotros sea igual.

domingo, 9 de octubre de 2011

Sabés que no pido mucho de vos, no te exijo grandes cosas. No te pido un futuro a lo Susanita, no te pido la casa, los hijos y el perro. Solo te quiero a vos, aunque sea un rato, pero ahora. Un solo abrazo, un solo beso, una sola caricia, como para poder volver a respirar, ¿viste? Siento ese nudo grandote que hace que el aire me pase cada vez menos, y me estoy muriendo. Necesito una sonrisa tuya para calmar un poco la ansiedad o aunque sea que me digas que falta poco, aunque falte mucho.
Necesito escuchar tu voz, necesito escucharte a vos.

martes, 4 de octubre de 2011

Ceci n'est pas une histoire

Hilitos de tinta van formando palabras y borrones. Corren, caminan, se arrastran, van por los márgenes. Palabras negras, azules, de arcoiris. Inconexas, se mezclan con dibujitos. Crecen, crecen, crecen hasta ser gritos. Bajan, bajan, bajan y se convierten en susurros.
Entre palabras, humo de incienso y cartas de tarot estoy ahora, prendo una vela. Veo el futuro en la llama, se consume, se apaga. Respiro el aire perfumado de sándalo y le consulto a los arcanos por tu vida. Donde estás, que hacés, si pensás en mi. Termino la consulta deseándote lo mejor, donde y como sea lo que te haga más feliz. Inconscientemente garabateo tu nombre varias veces, recordando esa M en mayúscula con la que firmabas tus mejores dibujos para mi. Más hilos de tinta de color, lápices y pasteles que se vuelven acuarelas entre te y lágrimas. Tu banda favorita de fondo y las canciones que te mostré. Tus ojos verdes, las pulseras, tu forma de morderte el labio, tus manos, tu silencio comprensivo.
Todo, me acuerdo todo y te necesito tanto. Pero no sé, después de tanto tiempo.